Autor: Vladimir Rendón Acat
Turismo y armonía vivencial a tan solo dos horas de Lima
Crónica de viajero: Callahuanca donde la paz y la naturaleza tienen toque de familia
Un lugar de ensueño para todo aquel que goce del ciclismo, caminar y descansar, olvidando el estrés provocado por la angustia del trabajo en la gran urbe limeña. En está “crónica de viajero” lo invitamos a disfrutar de Callahuanca, un poblado a dos horas de Lima, donde la Chirimoya, tiene un festival con su nombre y su gente le da ese toque familiar infaltable para todos los que quieran en paz y naturaleza.
Nuestro recorrido tiene como punto de partida el óvalo de Santa Anita, donde nos embarcamos por la Carretera Central, pasamos por Chosica, Huarochirí, el valle del río de Santa Eulalia para terminar en la pintoresca plaza de armas de Santa Rosa de Callahuanca.
En el lugar vemos unos portales de estilo colonial, una cancha de fulbito, la bandera peruana flameando en el centro de la plaza. Además veo la fe de un pueblo al salir de una iglesia de piedra, luego de la misa dominical, al mediodía los callahuanquinos se reúnen alrededor de los espectáculos infantiles en su amada plaza, que ha visto crecer y pasar a las diferentes generaciones.
Caminar y respirar aire puro es tan gratuito como seguro disfrutar un yogurt es mucho más económico que en Lima, así como almorzar es tan suculento como se ve en los cuyes chactados, con arroz, mote y ají huacatay, si quiere algo más no faltan los chicharrones y sopa de cabeza.
En el valle se puede ver el trazado de las aguas a través del río Santa Eulalia donde están atiborrados los cultivos de chirimoya. En un momento de mi visita a Callahuanca quise ir más allá y encontrarme con la historia precolombina entonces me dirigí a los Restos arqueológicos de Casacashoco, en Purunhuasi, anexo de Barbablanca, a diez minutos de la plaza de Callahuanca.
Por supuesto las ganas de acampanar no faltaron, pero eso ya es motivo de una nueva “crónica de viajero” y que usted podría vivir este agosto si se embarca en un viaje de ensueño que demora tan solo dos horas.
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