Saludos
soñadores de la justicia hoy quiero hablar sobre lo que tanto repito y buscan
los héroes de verdad, esos de carne y hueso que existen en las familias de buen
corazón y cuya energía irradia hacía los hijos con una vistazo de fe.
Me refiero
a la justicia y qué es justicia me pregunto y me sigo preguntando, hasta que
hoy luego de revisar mis años de vida en la casa de don Roberto Rendón Vásquez
y Ana María Acat Koh he podido dar con el inicio de mi respuesta.
La justicia
es el resultado de la cultura bien aprendida, de la identidad bien asentada y
de los valores que en mi casa me dieron mis padres (Roberto y Ana María) en
primer lugar mencionemos a la bondad, en segundo lugar a la responsabilidad,
como tercer lugar esta el sentido del deber y sumando a esto el compromiso con
un ideal que en el caso de mi papá y mi mamá fue y sigue siendo su familia.
De hecho
siempre me he preguntado por qué me compro problemas ajenos y me indigno a
diario con lo vivido desde pequeño y por que fui víctima del bullying salvaje en
los colegios donde estudie y es por que de alguna manera soy diferente al
resto, y no de alguna manera sino que fui educado diferente en espacios,
circunstancias y contextos que son abismalmente opuestos, a lo que era la
relación de los niños con los adultos.
Es cierto
mi papá no es un ex congresista y tampoco congresista, menos presidente de la
República o ex presidente, mi madre tampoco lo es, ellos dos son simplemente
abogados, padres, hijos y también nietos de dos familias que en diferentes
formas vivieron lo mismo.
No son
pobres, y si son millonarios, lo primero se lleva en el alma y ellos dos en su
ser espiritual llevan ideales, llevan solidaridad, amor y aunque extraño para
algunos comprensión (en el caso de mi padre es una comprensión disimulada en la
máscara de hierro que siempre presenta al mundo), y lo segundo no se lleva en
la billetera sino que se produce con las buenas intenciones para darle solución
segura y didáctica a dos partes contrarias, ellos son la mezcla ideal de ambos
conceptos.
No hablo de
dinero hablo de valores, aquellos que parecen pasados de moda y por los cuales
mi padre parece llevar una máscara y armadura de hierro, pero en realidad él
solo aplica la ley en el sentido estricto de la palabra, ella también lleva una
armadura, pero en su caso de indignación que protege sus actos gentiles de los
que alguna vez abusaron de su buen corazón, entre ellos yo.
Recuerdo
que desde pequeño pisaba embajadas la China y la Checoslovaca en especial a los
7 años me tocó dar un discurso que sin querer queriendo fue lo más comentado de
una reunión donde no solo habían diplomáticos y políticos, sino que habían
también jóvenes que se chuparon al hablar un tanto mayores que yo, y tal vez
sea lo único que mi padre dice con orgullo de mi, no recuerdo otra ocasión
donde lo halla visto sonreír con un acto y palabra salidos de su hijo menor.
Si volviera
a ver al señor Cheng de la agencia Xinhua estoy seguro le daría un abrazo a mi
padre por convertirme en quien soy, por que con imperfecciones muy perfectas y
marcadas me atreví a bailar salsa a mis 9 años con una señora 20 años mayor y
el buen amigo Cheng siempre me lo recordó en mis visitas e invitaciones a
cenar, aunque lamento no haber comido sopa de caracol y otros potajes chinos en
una comida dada por mi cumpleaños en el ya desaparecido chifa Palacio de la
avenida República de Panamá por lo cual una vez más mi padre mi por culpa y
gran culpa quedo muy mal, de verdad lo lamento papá, pero ese día el hambre no
tenía.
La justicia
se mide mil maneras diferentes y en espacios diferentes con leyes diferentes
por que no es lo mismo interceptar una comunicación escrita en un papel, que
interceptar un mail o una conversa de Skype.
La justicia
es y será siempre el resultado del buen corazón, comprensión, responsabilidad,
sentido del deber, y compromiso con un ideal que en mi caso resultaron ser
llevados al extremo de la ley, no del hombre sino de un padre que no peca ni
por omisión, él siempre está allí presto para las personas a quienes ama y que
tal vez como yo le dieron la espalda por que si me sentí desprotegido en una
era donde lo más importante era que no faltase un pan, abrigo, libros,
recreación y buenos ejemplos a seguir, es difícil de entender esto para quienes
no me conocen, pero ese señor que con orgullo llamo papá me dio mil cosas y su
ocupado tiempo me quito otras.
Siempre lo
digo soy un Rendón-Acat, por ello soy diferente no por ser un ser humano
divino, sino por que Roberto y Ana María me enseñaron siempre no abandonar a
quienes amo y ese es su sentido de justicia.
Buenas
noches soñadores de la justicia un fuerte abrazo y les recomiendo ver
Paranorman, aunque no es información publicitaria, sino una recomendación de
quien va al cine una vez por semana.
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