Publicado en el diario El Callao, el 01/0872012
“Crónica de un viajero
chalaco”
Historia, tradición y aventura a dos horas de nosotros:
Lunahuaná
Lugares con historia, tradición y aventura hay más de mil en
nuestro país y que nos esperan en cualquier época del año. El lunes este
debutante viajero chalaco, les contó sobre las maravillas de Callahuanca y hoy
nos embarcamos al sur chico donde nos espera: Lunahuaná.
Para ir partimos desde nuestro querido Callao, hasta el
paradero de los buses en el jirón Montevideo (Cercado de Lima), donde nos
embarcamos con dirección a Cañete, pasando por todas las playas del sur.
En la entrada de Cañete está Cerro Azul, un balneario lleno
de historia del cual hablaremos en otra oportunidad. Al llegar a la plaza de
armas cañetana preguntamos por Imperial, para tomar una combi hasta Lunahuaná.
Por dos soles ya estamos con dirección a aquella montaña donde el sol siempre
está presente.
Lunahuaná es el lugar donde el inca. Túpac Yupanqui mandó a
construir un cuartel donde estaría el general Inkawasi. En la época emancipadora
se creó “La Villa
de Lunahuaná” por Decreto Supremo del 4 de agosto de 1821, firmada por el general
José de San Martín y en 1994, Lunahuana fue bautizada como capital turística y
cultural de la provincia de Cañete.
El nombre Lunahuaná proviene de los vocablos quechuas. Runa que
quiere decir, hombre, que con la llegada de los españoles se transformó en
Luna. Además se le agregó Wanaq cuya traducción castellana es Escarmentar.
Entonces nació la frase Runa wanaq, cuya traducción es: “El
que escarmienta a los hombres”, y con el pasar de los años ya tomó el nombre de
Lunahuaná
Durante el recorrido puedo observar con claridad y emoción la
margen derecha del río, y ruinas arqueológicas de la era Pre-Inca., mientras
diversos turistas comentan que compraran por un bajo precio pacae, manzana,
guanábana, granada, pepino, níspero y uva como un “pequeño” refrigerio.
Al llegar a esta bella montaña se acercan diversos
vendedores que dan a probar deliciosos licores como vino, pisco y la infaltable
cachina, que son bebidas naturales hechas en los viñedos de la zona.
Lugares para almorzar hay muchos y para todo bolsillo, los
hoteles exclusivos están a la orden, tanto como muchos pobladores que alquilan
cuartos para turistas con bajo presupuesto.
A mi costado derecho un pequeño y simpático niño guía de
nombre Martín me invita a conocer la capilla de San Martin de Porres, patrón de
Lunahuana cuya fiesta es en noviembre, para ello tengo dos opciones caminar 10 km o subir a una “combi”,
que en este caso es manejada con mucha responsabilidad por don Lucho, un buen
hombre que se dedica al negocio del turismo desde hace más de 15 años.
Lugares para conocer en Lunahuaná hay muchos y en esta
excursión de un día no puedo conocerlos todos, aunque sí me encantaría, por que
la sensación de paz, mezclada con aventura tiene un sabor a camarón que
disfrutaré en mi almuerzo. Luego de la incursión en el santuario de San Martín,
me hablaron de la fiesta del pueblo de San Jerónimo, que se llevará a cabo el
próximo setiembre.
El reloj marca la 1 PM y antes de disfrutar de un coctel de
camarones, me embarco por el río para sentir la adrenalina del canotaje, donde
expertos instructores guían a un grupo que integran turistas nacionales y
europeos.
Las aguas mansas no son, pero con fuerza y coraje se llegan
a vencer. En el retorno la mesa está servida en el restaurante de la mamá de mi
pequeño guía Martín, donde también se me ofrece una sopa seca (con la cual la
dieta ser termina de romper).
Las frutas en el postre no pueden faltar en forma de
ensalada donde puedo ver ciruelas, nísperos, y uvas. Una copa de vino y otra de
pisco sour terminan por sentar el almuerzo, y para sentir la paz del lugar
Martín me ofrece una hamaca, donde descansar podría llevarnos a la época
pre-natal, donde nuestra madre en su vientre cuida de nosotros.
El próximo 16 de agosto está cerca y Lunahuana me invita a
la festividad de San Roque donde una misa da paso a una procesión y luego la
gastronomía llamará a todo aquel que sepa apreciar la vida en el Perú profundo y
cercano a los que vivimos en el Callao y Lima.
Quiero quedarme por una semana más puesto que hay mucho más
por conocer, pero mi deber llama en nuestro puerto querido, aunque regresar no
es complicado puesto que estamos a dos horas de distancia.
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