jueves, 2 de agosto de 2012

Chincha la “joya afro” del Perú profundo


Chincha la “joya afro” del Perú profundo
 
Crónica de un viajero chalaco

Por: Vladimir Rendón / Publicado en el diario El Callao el 02/08/2012

La Crónica de un viajero chalaco regresa a pedido de los lectores porteños, esta vez para contar una historia vivida en el sur peruano. Hoy hablaremos de la “joya afro” de nuestro país: Chincha, un lugar donde el misticismo se expresa en una legendaria sazón de la cual se habla mucho, pero a ciencia cierta se sabe muy poco y da para más de una broma, nos referimos al “estofado de gato”.

Para llegar a Chincha hay que viajar por tres horas por la Panamericana Sur, exactamente se recorren 200 kilómetros. Al bajar del bus y pisar está tierra bendita, por un arte traído desde la lejana África, en tiempos de la colonia, se nos acercan vendedores de vinos y fréjol colado.

De inmediato me abro camino, pregunto por la Plaza de Armas y sigo una línea recta donde aprecio un mercado y amas de casa comprando lo ingredientes para cocinar su almuerzo.

El reloj marca las 9: 45 AM y las ganas de un buen café con leche y un tamal de chancho me invaden. Entonces avizoro la catedral en la plaza, además de la municipalidad, la comisaría, y un imponente casino en donde antes, tal vez, habría habido una apoteósica sala cine, consulto a un joven chocolatero donde puedo saciar mis ganas de desayunar y sin dudar me mando a la espalda de la iglesia donde hay un pequeño mercado cuyos puestos de comida tienen dos “B” y una “S” (buenos, bonito y sabroso).

Al caminar por la ciudad puedo ver como las cicatrices del terremoto ocurrido el 2007, aún se dejan sentir en las casas, y el polvo de las calles, no obstante Chincha no deja de ser un lugar con gente muy hospitalaria que me invita a dejar una vela en un santuario muy conocido de Sunampe, donde la fe religiosa es tan fuerte como la presencia de viñedos.

Sin duda el Perú es un país de todas las sangres y Chincha es un ejemplo de ello, en las calles no faltan, los mestizos, morenos, chinos y gringos (estos últimos en su gran mayoría turistas), que recorren el país por carretera buscando las raíces una cultura mezclada con el pasar de los siglos.

En este recorrido no podemos pasar por alto la histórica Hacienda San José una de las más importantes de la costa peruana debido a lo que en su momento fue el boom de industria azucarera nacional. Este lugar esconde tantos pasadizos secretos como tumbas de esclavos traídos del África. Ello nos trae a la memoria las narraciones sobre los años en que el Perú era parte de la corona española.

Hay también que contar que la palabra Chincha proviene de “Chinchay” o “Chinchas” o “Cinca” que significa “Jaguar” y “Chinchaycamac”, es creador del “Jaguar”, dios adorado por los primeros pobladores de estas tierras, en la era pre-incaica.

Para el final dejamos lo mejor de esta crónica y lo que le dará a usted señor lector las ganas de agarra el cajón y “mover el cucu”, puesto que así tiene que ser cuando contemos sobre nuestra caminata por el Carmen, distrito chinchano donde los Ballumbrosio de la mano de su patriarca don Amador, le enseñó al mundo lo emocionante que es el arte afro-peruano y que sin duda es el sello de “son y sabor” más conocido de Chincha en el mundo.

El viaje va llegando a su fin, pero en el diente me ha quedado las ganas de investigar cuan cierto es todo lo referente al “estofado d gato”, que tal vez lo probé sin saber que ingería carne de felino en uno de los tantos altos que hice para probar las exquisitas viandas que la gastronomía chinchana ofrece a todo aquel que se embarca en un viaje hasta por la carretera Panamericana.

Nos vemos amigos chalacos, si desean disfrutar de un fin de semana sin estrés y lleno de aventura pues adelante, el turismo en el Perú es para todos los gustos y para todos los precios.

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