martes, 19 de junio de 2012

¿Por qué no quiero una familia digital 2.0?


Bueno quería dormir, pero en realidad no podía dejar la noche sin escribir un post. Hoy o mejor dicho ayer martes tuve un día de profundad reflexión y llegué a la misma conclusión por mi salud y progreso como ser humano renuncio a mi trabajo y solo laboro hasta el último día del presente mes.

Qué haré los primeros días, pues patear latas con efecto, caminar por las calles de mi barrio ya olvidadas por el inconciente colectivo de mi memoria, tal vez sea bueno recordar la panadería de la esquina y comer tamal los domingos, junto con un buen chicharrón.

Algunos tal vez, no lo se, se podrán preguntar por que siempre empiezo un post con la palabra “bueno”. “Bueno” es lo primero que decía mi abuelo Roberto al saludar, al igual que su hermana Edilberta, ambos siempre mencionaban: como estas, estas bueno? Como queriendo decir si estábamos bien de salud y si nos había ido bien durante el día.
Mi tía Jacinta, tal vez sea quien menos repita la palabra “bueno”, de los hermanos Rendón Zuñiga, pero da la coincidencia que era la única de los cinco que fue a la universidad y llegó a recorrer gran parte del sur peruano por su labor de profesora de escuela pública.

De los hermanos Rendón Zuñiga, hay uno que casi no conocí o si lo vi fue de muy niño, Praxides, hay otro que me enseño la palabra “huaraca”, y me engreía tanto que me quería llevar a Tumbes, Luis, quien luego falleció por cáncer al pulmón, Edilberta tuvo hijos con Benigno Salas, quien era un sastre maestro y logró dos hijos ejemplares como profesionales y empresarios Jorge y Magda. De Jorge es imposible olvidarse por que sus pollos son los más famosos de todo Arequipa, quien no ha comido en el Pío Pío, simplemente no ha caminado por el centro de la Ciudad Blanca.

De Magda puedo decir que recuerdo a dos de sus hijos de forma especial (Erich y Giovanna), mientras que el tercero (Jean), no lo veo desde que se caso hace como 20 años. A los hijo de Jorge la verdad los he visto tanto como ellos a mi una o dos veces, pero de quienes si tengo el más grande de los cariños y a quienes nunca olvido son las hijas de mi tía Jacinta (Ibetta, Roxana, y Guadalupe), a quien tampoco no puedo olvidar y fue una de las personas que más que halagó a pesar de vivir en otro país es Eliseo.

A ver sobre Eliseo, puedo decir que lo quiero tanto que cuando tenga un hijo lo bautizaré como Roberto Eliseo, Roberto por mi abuelo y mi papá. Algunos me dicen que hablo mucho de mi familia, yo diré por el contrario que cuento poco y me avergüenzo de ello, por lo general me encanta escuchar las historias y proezas de los demás, pero de la única persona que no puedo contar gran cosa, pero si seguir su ejemplo es de mi papá, algo parecido me paso con mi abuelo.

Ellos dos son muy camisetas de las instituciones que los formaron, y nunca dejaron que el nombre de estas se manche en el caso de mi abuelo fue la Policía Nacional y en el caso de mi papá es la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde yo no pude ingresar, por lo que frustre a mi papá al cortar la tradición familiar.

A mi abuelo Roberto le hubiera encantado que uno de sus hijos sea oficial de policía o militar, pero la verdad los Rendón Vásquez, fueron educados para seguir sus corazonadas e instinto de autoridad mediante el saber académico, en combinación con la experiencia y aprendizaje de nuevas culturas. Fue así como Jorge Rendón llegó hasta Francia para ser profesor universitario, Edmundo innovó en Electroperú, desde su visión de catedrático, y mi papá Roberto Rendón Vásquez, desafió al mundo al irse a otro hemisferio y pisar la Gra Muralla China, más de diez veces, es más mi padre estuvo presente el último invierno de la desaparecida Unión Soviética, estudio en la Universidad Carolina de Praga, casa de estudios que sobrevivió a la ruptura de Checoslovaquia. 

Mi papá es un ejemplo que con disciplina oriental,  y mano dura se puede hacer un capitalismo responsable, tanto como solidario.

Hace unos años en mi casa llegó una persona de Corea del Sur de pura casualidad, y que hasta ahora vive agradecido con nosotros llamándonos su familia peruana. Este hermano mío de nombre Oscar recibió de mi papá el primer ejemplo de solidaridad, al verlo compartir con sus trabajadores de casa y oficina una manzana como postre un domingo en el almuerzo. Entonces Oscar, dijo “yo voy a cambiar papá” y vaya que si cambio ahora Oscar, apoya a cuanto peruano pasa por su oficina en la lejana Seúl.

Tengo grandes peleas con mi padre y nunca supe valorar a mis abuelos sanguíneos, mi papá es tan duro como fiel a un ideal de vida, que va más allá de haber sido socialista y trabajar en empresas capitalistas. En realidad mi papá no es más que el reflejo directo de don Roberto Rendón Zuñiga, y doña Serafina Vásquez Fernández, quienes dieron la vida por que Jorge, Edmundo, y Roberto vivieran en paz, armonía y comprometidos con su país desde su familia y su trabajo.

Nunca probé una chupe de camarones en ya olvidada casa de Habich, solo probé una Coca Cola, infaltable en la mesa de esa ya seguramente desaparecida sala familia que construyó mi abuelo y decoró mi abuelo.

Lo único que atiné a disfrutar del antiguo hogar de los Rendón Vásquez, fue el televisor a blanco y negro donde la cita cada sábado era con Trampolín a la Fama, seguido de Risas y Salas.   
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Me encanta hablar de mi papá, es un héroe tal cual lo quiso mi abuelo, por eso eligió a la mayor heroína de este mundo como esposa, esa es mi mamás Ana María, por eso tuvieron un hijo aventurero en el buen sentido como Roberto mi hermano, pero llegó el irrespetuoso e irresponsable, por su puesto ese soy yo.

Si hoy viviera mi bisabuela Raquel Zuñiga Huaco, estaría orgullosa de aquel niño que vivía en la calle nueva y recogía las pulgas de gato para tirarlas en el cine todos los domingos, de la platea a la mezanine. Vería que ese niño hoy conocido como doctor Rendón, es el ahorrativo, profesional logrado, así como padre y esposo leal.

No se cuál sería la opinión de doña Raquel, sobre mí, pero las últimas veces que fui a Arequipa atiné a dejarle flores en su tumba, así como en mis oraciones le pedí que me disculpará por no ser como sus hijos (Roberto, Edilberta, Praxides, Luis y Jacinta), así como sus nietos (Jorge, Edmundo y Roberto).

Me tendré que ir a donde Dios me mande, con el karma de ser la oveja negra de la familia, y que nunca pudo quedarse callado y largarse cuando algo no le parece o no le gusta. En lo único que espero no fallar es en ser el mismo esposo y padre que fue Roberto Rendón Zuñiga, y ahora es Roberto Rendón Vásquez.

Mei-Ling por favor te suplico no me pidas sea un esposo 2.0 o sea un padre de la era digital, yo quiero almorzar los domingos con mi familia, tener un hijo y pasear con ustedes y un perro los domingos por el parque o los días que me toque descansar.

Tampoco quiero una reunión vía Skype, quiero tocarlos, abrazarlos, sentirlos, y decirles que los amo todos los días, quiero velar por sus sueños desde un hogar, donde nunca falte una biblia y donde podamos ir a misa los domingos, para luego ver fútbol con mi hijo acompañador con tus tallarines con tuco, por supuesto también una buena chicha morada.

Aunque se que la vida del periodista es dura y cada vez más la comunicación es por Internet, no quiero tener una familia computarizada, quiero tener una familia unida por un abrazo a la cual le diga buen día y me de la bendición cuando voy a trabajar.

Un beso a todos, junto con un abrazo fraternal, y soñadores de la justicia ya llegó la hora de dormir.  
   

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