miércoles, 16 de enero de 2013

La preocupación de los abuelos: en honor a don Rosendo Acat y doña Luzmila Koch


Para variar el insomnio me gana la jugada, por ello escribiré tratando sea corto y amenas las líneas que hay debajo de este párrafo, pues sobre que tratará hoy, sobre mi abuelo materno Rosendo Acat Cuan, que ya falleció antes que culminé el siglo pasado y sobrevivió por muchos años al mal pulmonar que aquejó, por la fortaleza no física sino anímica de su familia.

Pues era Rosendo un comerciante y en sus años veinteañeros un chofer de camión transporta frutas Lima-Huaral (la tierra de la mandarina), allí se enamoró de su esposa y mi abuela Luzmila o simplemente mi Meme, luego vino el matrimonio y tres hijos Ana María (mi mamá), Carlos (el tío bueno, pero renegón) y Lucy (la tía más china y que más alborota el gallinero en mi casa siempre que me visita).

Pasaron los años y aquella niña que llegó en primer lugar a la meta (Ana María) fue peinadora se volvió abogada y madre de dos bebes (mi hermano y yo), luego mi abuela y mi abuelo maternos nos dieron ternura, pero yo recuerdo de aquellos años de infancia poco o muy poco quiero recordar mejor dicho por varias miles de cosas que pasaron y ellos me consolaron, es que la mano dura a veces no funciona si no hay ternura para entenderla y amor para sobrellevarla.

Así fue la vida de un niño que desde vino al mundo lo bautizaron con el karma del incendio de la oficina de sus padres y luego las malas notas en el colegio, es que estudiar de paporreta como lo es aún en el Perú aburre y aburre bien, sino tienes un profesor motivador como si fueron algunos, pero no todos y contados con los dedos meñique (a los otros se les cuenta con el dedo medio).

Con el tiempo llegó la universidad y las clases tempraneras con un afán extremo de ir temprano a la biblioteca, aún cuando se estudiara en el turno tarde, fue entonces que dormía siempre o bueno todos los días de mi segundo ciclo de universidad en el depa de mis abuelos maternos, donde la cuenta de teléfono de elevó y los caños abiertos causaron inundaciones hasta el fin, bueno cosas que uno hace a los18 o 19 años sin darse mayor cuenta, o solo te das cuenta luego de haberla literalmente regado, pero no las plantas sino la sala y parte del pasadizo del edificio.

El depa quedaba en la quinta cuadra de la avenida Garzón con 28 de julio y por esos días  de fin de ciclo me quedé tomando un traguito con Ron berto y el Muni, pasó lo que tenía que pasar. Estos vivos para que no me fuera atrasaron el reloj 1 hora, entonces de ser las 12 am dieron la 1 am al darme cuenta, armé la despedida como pude y en media hora llegué dis que a dormir a la casa de los abuelos o mejor dicho de la familia, mi familia Acat Cuan, minutos más tarde se despertó mi abuela, prendió la luz, cerré los ojos haciéndome el dormido, luego escuché muy claro a mi abuelo Rosendo preguntar a mi Meme: “y Vladi llegó?”, mi abuela solo respondió “esta durmiendo”, luego de 5 segundos el abuelo respiró profundo y dijo: “hay que cuidarlo al chico, es mi nieto y es un Acat como mi padre y mi abuelo”.

No se desde donde me estés viendo abuelo Rosendo, pero si recuerdo que eres de los muy pocos a quienes mi papá les prestó el auto y de quienes me dejaron llorar escuchando con ternura las lagrimas de quien recién a sus 35  años, esté bregando por aprender a ser hijo, descansa en paz y siempre pide a San Pedro que nos envié a los ángeles para nos sigan cuidando desde el cielo de esta Lima, caótica y con falta de fe y ternura.

PD: Conocí la gran cantidad de museos de Lima existente en los años 80 de la mano de don Rosendo y mi hermano también, pero mucho más que yo por su sentido de la aventura y el afán de amor por los Acat-Koch.

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