Para variar
el insomnio me gana la jugada, por ello escribiré tratando sea corto y amenas
las líneas que hay debajo de este párrafo, pues sobre que tratará hoy, sobre mi
abuelo materno Rosendo Acat Cuan, que ya falleció antes que culminé el siglo
pasado y sobrevivió por muchos años al mal pulmonar que aquejó, por la
fortaleza no física sino anímica de su familia.
Pues era
Rosendo un comerciante y en sus años veinteañeros un chofer de camión
transporta frutas Lima-Huaral (la tierra de la mandarina), allí se enamoró de
su esposa y mi abuela Luzmila o simplemente mi Meme, luego vino el matrimonio y
tres hijos Ana María (mi mamá), Carlos (el tío bueno, pero renegón) y Lucy (la
tía más china y que más alborota el gallinero en mi casa siempre que me
visita).
Pasaron los
años y aquella niña que llegó en primer lugar a la meta (Ana María) fue
peinadora se volvió abogada y madre de dos bebes (mi hermano y yo), luego mi
abuela y mi abuelo maternos nos dieron ternura, pero yo recuerdo de aquellos
años de infancia poco o muy poco quiero recordar mejor dicho por varias miles
de cosas que pasaron y ellos me consolaron, es que la mano dura a veces no
funciona si no hay ternura para entenderla y amor para sobrellevarla.
Así fue la
vida de un niño que desde vino al mundo lo bautizaron con el karma del incendio
de la oficina de sus padres y luego las malas notas en el colegio, es que
estudiar de paporreta como lo es aún en el Perú aburre y aburre bien, sino
tienes un profesor motivador como si fueron algunos, pero no todos y contados
con los dedos meñique (a los otros se les cuenta con el dedo medio).
Con el
tiempo llegó la universidad y las clases tempraneras con un afán extremo de ir
temprano a la biblioteca, aún cuando se estudiara en el turno tarde, fue
entonces que dormía siempre o bueno todos los días de mi segundo ciclo de
universidad en el depa de mis abuelos maternos, donde la cuenta de teléfono de
elevó y los caños abiertos causaron inundaciones hasta el fin, bueno cosas que
uno hace a los18 o 19 años sin darse mayor cuenta, o solo te das cuenta luego
de haberla literalmente regado, pero no las plantas sino la sala y parte del
pasadizo del edificio.
El depa
quedaba en la quinta cuadra de la avenida Garzón con 28 de julio y por esos
días de fin de ciclo me quedé tomando un
traguito con Ron berto y el Muni, pasó lo que tenía que pasar. Estos vivos para
que no me fuera atrasaron el reloj 1 hora, entonces de ser las 12 am dieron la
1 am al darme cuenta, armé la despedida como pude y en media hora llegué dis
que a dormir a la casa de los abuelos o mejor dicho de la familia, mi familia
Acat Cuan, minutos más tarde se despertó mi abuela, prendió la luz, cerré los
ojos haciéndome el dormido, luego escuché muy claro a mi abuelo Rosendo
preguntar a mi Meme: “y Vladi llegó?”, mi abuela solo respondió “esta
durmiendo”, luego de 5 segundos el abuelo respiró profundo y dijo: “hay que
cuidarlo al chico, es mi nieto y es un Acat como mi padre y mi abuelo”.
No se desde
donde me estés viendo abuelo Rosendo, pero si recuerdo que eres de los muy
pocos a quienes mi papá les prestó el auto y de quienes me dejaron llorar
escuchando con ternura las lagrimas de quien recién a sus 35 años, esté bregando por aprender a ser hijo,
descansa en paz y siempre pide a San Pedro que nos envié a los ángeles para nos
sigan cuidando desde el cielo de esta Lima, caótica y con falta de fe y
ternura.
PD: Conocí
la gran cantidad de museos de Lima existente en los años 80 de la mano de don
Rosendo y mi hermano también, pero mucho más que yo por su sentido de la
aventura y el afán de amor por los Acat-Koch.
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