miércoles, 9 de enero de 2013

Claudio : el primer lector


Claudio : el primer lector

Crónica de un viajero chalaco

Por: Ludoviko

Nota del Diario El Callao, que por cuestiones de espacio no fue publicada, pero se doy a mis lectores en este blog de emociones.

Pasar por la reja de este diario, sub decano de la prensa nacional, es un reto difícil de superar por que para mala suerte de aquellos “mermeleros”, el primer escollo es Claudio Coraquillo Chincha, quien huele a las personajes de la “mala leche”, que no vienen a sumar sino a restar, por ello yo a él le tengo un cariño más que especial, porque siendo un hombre de menos de un metro 65, de 58 kilos de peso y tener 76 años su mirada es directa penetrante e intimidando para quien osa ser amigo de lo ajeno, además huele y siente a las malas personas y a las buenas personas, estas últimas con el tiempo se vuelven sus compadres del alma.

No sé en cuales de sus listas estaré yo, pero como Ludoviko y redactor del Diario EL Callao he pasado varias horas conversando con él, me cuenta se despierta antes de las 7 am, camina varias cuadras para sentarse en su lugar de siempre (la recepción) y se demora 10 minutos en leer las páginas impresas en la rotativa de esta casa editora, que aunque sea una maquina se ha vuelto su amiga, puesto que su primera lectura y contacto con la noticia se la debe a ella.

Es muy complicado hablar de las personas que uno aprecia de manera objetiva, es más complicado hablar de sus problemas y sincerarse con una persona que se ve siempre que se llega a laborar, puesto que el mismo trabajo te obliga a girar la mirada y ver la pc con la radio, la tele, las distintas páginas web y encima olfatear las notas para el día siguiente, pero por ello esta Claudio, quien nació en un centro médico de Bellavista allá por 1937 un 23 de julio, ha sido estibador, carpintero y hoy no solo es el guardián de los secretos que se esconden tras las rejas y paredes de este diario, puesto que por aquí más de un anécdota graciosa se guarda, que no debe de salir de las paredes de una redacción, tan amigable como tierna.
No soy sentimentalista, por el contrario quiero defender el cariño con que estas páginas se editan, con un solo fin llevarle a usted la noticia pura y sin nada que cuestione su veracidad, sino se las verá con el director del diario don Abraham y con Claudio, quien nunca más te abrirá la reja si dices una mentira.
Confesar que mi mayor crítico soy yo es un cliché de todo periodista, pero confesar quien es tu primer lector es algo complicado de responder, aunque yo si se quien es mi primer lector cuando el diario sale a la venta, ese es Claudio y lo sé por confesión propia de este señor, quien estoy seguro no se intimida ante el primero que se  escape o salga de la cárcel también llamada por los viejos delincuentes como “la sufrida”.
A cuantos ladrones o choros se ha enfrentado Claudio, no lo sé, ni él mismo lo ha contado o llevado una cuenta al estilo de un record personal, pero lo que si se es que no quisiera estar en un callejón oscuro con él, puesto que allí sus ojos resaltan una mirada de valiente chalaco, que tuvo paso por los estibadores, taxistas y carpinteros (oficios en los cuales laboró hasta 1994).

Les puedo asegurar que esa mirada es tan brava paralizante, por ello nadie lo toca, tan solo las mujeres que ama y cuida, el nombre de ellas es tan secreto como personal, puesto que él vela por todas ellas, no solo por ser sus amigas lindas, amables y hasta cariñosas, sino porque las cuida con la misma vida que Dios le dio para que nadie venga a sacar provecho de este diario que tiene como fin dar un servicio de noticias a un pueblo habido de verdad, por ello si quiere conocer un chalaco de bravo y tierno corazón converse con Claudio Coraquillo Chincha.  

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