Bueno
chicos, chicas, señores y niños grandes con alma de infante no perdida en el
tiempo hoy retomo el blog como hace tiempo no lo hacía, queriendo agradecer a
todos aquellos que confíaron en mi a ciegas y a todo aquel que hasta ahora no confía
en mi, porque me da la oportunidad de mostrarle que valgo mucho más que su
indiferencia falsa y mirada de reojo, de la cual cree no me doy cuenta.
Aunque
bueno este post no es para mis enemigos, de esos tengo varios ya ganados en mis
35 años y casi 10 meses de vida, no puedo creer que este a punto de cumplir 36,
siga viviendo en la casa donde crecí y mis padres me sigan preparando el
desayuno, que tomo a medias o en cuartas partes para volar, hasta la chamba que
se ha vuelto no un trabajo más, sino una casa adoptiva donde me han demostrado
el mismo amor que siento por el periodismo que corre por mis venas desde que
nací y me fregaban hasta más no poder con el sobre nombre de bocón o preguntón.
Hasta ahora
recuerdo que en la vieja y malbarateada por mi oficina de mis padres, en el
jirón Contumaza en el Centro de Lima, mi tío Carlos me dijo en tono
serio-jodón, que rompió un teléfono del año 60, por no soportar la cantidad de
preguntas que hacía a diestra, sin siniestra y ruborizándome cuando veía a una
secretaría elegante del espacio del costado que fungía como agencia de viajes,
pero donde en realidad se iba a tomar café y hablar del dinero que regalaba
Gisela, en su programa del mediodía, allá por 1987 si mal no recuerdo.
Definitivamente
era una Lima diferente, era una Lima que hoy regresa sin orden y con
meritocracia para el caos, vigente por unas autoridades que no asumen su
responsabilidad ante el desmadre social de momento, si antes se llamaba lucha
ideológica, hoy se llama lucha por los derechos de los trabajadores,
estudiantes, fonavistas e indignación contra toda mafia que atropelle el
derecho al debido proceso de la defensa.
Si entiendo justicia por hacer valer mis derechos ante la autoridad de turno, me cabe la duda que se hacía cada vez que se invocaba al Chapulín Colorado, en los 80 y con la frase "Oh y ahora quién podrá defenderme?", alguien tenía la valentía de decir "YO" (eres grande Chespirito).
Si entiendo justicia por hacer valer mis derechos ante la autoridad de turno, me cabe la duda que se hacía cada vez que se invocaba al Chapulín Colorado, en los 80 y con la frase "Oh y ahora quién podrá defenderme?", alguien tenía la valentía de decir "YO" (eres grande Chespirito).
Y es que
ahora falta alguien que asuma una responsabilidad altruista y diga “YO DIGO”,
“YO DENUNCIO”, “YO TE VI”, “YO TE APLICO LA LEY” y “Y MIEDO NO TE TENGO”. La
verdad vivimos en un Perú con falta de liderazgo, donde el fulbito, es tan
deforme como la pelota con que se juega haciendo de nuestro fútbol, un partido
con cuatro mesías venidos de Europa y bautizados como los 4 Fantásticos, por
eso nacen las Vengadores y las Mujeres de Negro bailando salsa con “Superman
Fernández”.
Qué es el
Perú? Me pregunto desde Lima, la ciudad capital, también llamada “Ciudad e los
Reyes”, tal vez no tenga la respuesta por que en Lima, limeños mazamorreros son
pocos, están en periodo de exportación o tal vez se extinguieron y son parte
del museo Presbítero Maestro o tengan un lugar en su vecino del frente el
Ángel. No lo se, Lima es una ciudad donde converge la cosmovisión de todo un
Perú emergente y sin salida en un callejón de rioba ficho, donde o te asaltan o
te chapas a tu enamorada conocida hace cinco minutos en una discoteca de la
avenida Arequipa, para terminar en telo de Lince y partir cada quien por su
rumbo al dar las 6 am.
Es Lima, mi
ciudad donde un acantilado presta su espacio para un edificio de la alta
alcurnia, pero que Dios no quiera en un terremoto se desmorona, quedando como
vestigio de una opulencia que compra todo menos la seguridad, es Lima una
ciudad donde la desigualdad es fácil de medir a diferencia de Huancavelica
donde todos son iguales por la pobreza y
la contaminación de la minera, recibiendo Pensión 65 y apoyo de una ONG que con
el eslogan de humanitaria hace negocio con Tuco a lo Augusto Ferrando y luego
salta por un Trampolín a la Fama, para ganar un premio a la obra social del
año, es decir puro asistencialismo a cambio del dinero que produce “ser buena
gente y ayudar al pobre a ser más pobre”, es el Perú que no necesita una
revolución bolchevique, sino un cambio de conciencia de las autoridades,
empezando por los padres de familia para que cada quien haga algo tan simple,
como importante que es asumir su responsabilidad frente a la familia que Dios
eligió para nosotros y nosotros optamos por amar.
Tan
sencillo como eso soñadores de la justicia, asumir nuestra responsabilidad.
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