martes, 9 de julio de 2013

Abogado, sindicalista, padre y soñador de la justicia: Roberto Rendón Vásquez

Buenas noches soñadores de la justicia hoy quiero hablar de mi padre, de mi madre, de mi hermano y de mi familia en general, para variar y como siempre ellos son quienes dan vida a este Guardián de Leyenda, en especial mi papá, el día que Dios lo lleve a su lado este blog se irá con él y será tan solo un recuerdo en quienes alguna vez lo leyeron con cariño de hijos y ojos de ser humano comprometido.

Mi papá es un abogado laboralista por el ejemplo de su hermano Jorge, es un maestro de obra por el ejemplo de ingeniero civil de su segundo hermano Edmundo, es un guardián de la ley por las enseñanzas de su padre Roberto Rendón Zuñiga, pero a quien con mucho amor en mi familia lo llamaban “papá Roberto” (todos menos yo), tiene un hijo que sigue sus pasos y será tan grande como él, me refiero sin duda a mi hermano Roberto Rendón Acat, tiene una mujer a su lado con la cual vive hace 39 años (aproximadamente) y con la cual se caso por la ley del hombre (a escondidas como es su costumbre) hace menos de 8 años, y tiene en mi a un ladronzuelo, aprendiz de escritor y periodista por pasión como soy yo.

Si no hubiera sido ladrón de los trofeos de don Roberto Rendón Vásquez, y no hubiera sido desheredado ante los juzgados respectivos el verano pasado, nunca hubiera sabido el significado de la palabra papá, si nada heredaré, más que un apellido un varias lecciones con las cuales forjaré mi vida junto a Mei Ling, es que le debo a mi papá una disculpa por haber querido vivir la vida que a mi no me correspondía, pero como el buen Paulo de Tarso, conocido como San Pablo me convertí en el seguidor indómito de una causa, que es tan sabrosa como religiosa ante los ojos de mi vida: él llevar el apellido Rendón tan alto como lo hace a diario Roberto Rendón Vásquez y también el Acat con el Koch, por los ejemplos de don Rosendo (comerciante honesto ante todo) y doña Luzmila, mi meme, que ya me heredó en vida un rosario traído desde Roma que alumbrará el hogar que forme con mi amada Mei Ling.

Que quiero contar de mi papá esta noche y que quiero contar de mi, buena pregunta para quien se adentre en estas líneas de amor, arrepentimiento y un toque de pasión de casi 36 años de tumbos, alegrías y levantadas con la mano de don Roberto, primero decirle a mi papá que su santuario construido en el lugar donde vivo desde que nací estará para sus descendientes como un museo y sitio de reflexión, pero no como mi casa y menos mi hogar, aquí estará tú alma impregnada en los libros que escribiste y en los expedientes que llevaste.

Si eres comunista, sino mi nombre hubiera sido cualquier otro menos Vladimir, no me siento mal pasados los años por llamarme Vladimir, me siento mal por no ser el líder que inmortalizó mi nombre y me siento mal por no hacer honor a los apellidos que tú y mi madre me dieron y me siento peor cuando a diario discuto, con ustedes, los insulto y nos amenazamos por aquí todos hemos perdido la noción de familia y de sabernos escuchar, me siento mal por que he sido yo la manzana de la discordia de la familia Rendón-Acat, me siento mal por que no conozco Viraco, no he orado en la capilla construida por el abuelo de mi madre en Huaral y por que no sido capaz de salir adelante por mi, sino por tus brazos que gentilmente nunca me niegan como padre y madre.

Lamentablemente para ti papá, yo no soy comunista, no creo ni en Mao, ni en Lenin, creo de Marx, la parte donde refiera que lo verdaderamente importante es el trabajo y que los alienados terminan por autodestruirse, creo más en Deng Xia Ping, estoy convencido de que el Che Guevara es un asesino en serie, padre del terrorismo Latinoamericano, y que Fidel Castro es un hijo de su madre que tiene a mi tía Candelaria como rehén en La Habana, junto a mi prima Rosita, no soy comunista papá, creo en el libre mercado y en la libertad de empresa que en el fondo es el primer paso para la lucha y reivindicación de los trabajadores, por que sin libertad de empresa, no existe clase trabajadora y viceversa.

Tú como laboralista llamaste a la esperanza negociación colectiva, yo a la esperanza la llamo fe, sueños, amor y trabajo por mis ideales, tú llamas a quienes te representan y te dan aliento para no decaer en la lucha por un mundo mejor dirigentes, congresistas, rectores, decanos y presidentes, yo los llamo papá y mamá.

Como tú hijo 100% seguro de serlo, aunque muchas veces lo dude, se que ya diste mucho por mi y aunque yo no quisiera pedírtelo necesito una centavos de tú parte para salir adelante en mi carrera de vida, necesito aún apoyarme en ti, como mi abuelo (tú padre) necesitaba de su bastón luego de ser operado de la cadera para caminar, necesito de la emoción de las historias encontradas en la calle junto a Mei Ling y en mis caminatas con Buckie (mi perro fiel), la emoción que tú encuentras en las aulas de San Marcos, y la misma emoción que tiene mi madre al descansar sin que nadie interrumpa su sueño.

Tuviste tres mujeres o mejor dicho tuviste dos mujeres y tienes una que engranaron tú vida como estudiante, abogado y padre. La primera de ella tú abuela Raquel Zuñiga Huaco, que te enseñó no solo a trabajar sino que te dio píe para pedir rebaja en todo lugar donde se te ocurra comprar, eso lo hiciste con tú mamá Raquel y tú nana Pascuela, a quien de niño le jalabas las trenzas para sentirte el niño engreído en la casa de la Calle Nueva de los Rendón-Vásquez.

La segunda fue tú madre Serafina Vásquez Fernández, quien era mayor que mi abuelo por uno o dos años, pero que nunca te dejó sin un plato de comer, una camisa planchada, un terno impecable y una zapatos que pudiesen caminar cuatro veces al día desde tú vieja oficina en el jirón Contumaza, hasta tú casa de la avenida Habich en el barrio de Ingeniería.

La tercera y única mujer que jamás te ha dejado y que me parece muchas veces le pagas con indiferencia es mi mamá, Ana María Acat Koch, tú esposa con quien te fugaste en 1973 y regresaste para terminar de construir tú casa de Higuereta donde vives hasta hoy y donde tú prima Ernestina Rendón (de quien ya no te acuerdas), le enseñó a mi madre a preparar la tina para bañarnos a mi y mi hermano de bebes, eres ingrato con Ana María, por que Ana María ha sido tal vez la única mujer que vio en ti un hombre con la sensibilidad de Dios y el toque de un ángel que con el tiempo dejaste de sentir para volverte 100% abogado.

Eres un buen padre y ocultas muy bien tus sentimientos, pero he llegado a comprender tú más grande temor, que no es el económico, por que tú de las cenizas te levantas y sin miedo tomas tú combi para trabajar a las 6 am. Tú más grande temor es aquello que nunca pudiste, ni te atreviste a enseñarme y es algo en lo que tienes temor de convertirte, y la verdad no se por que, porque se lo harías tan bien como cuando fuiste parte del rectorado de San Marcos o te ganaste la amistad de Chu Chang Kin o Liao Ki Ping. Tú más grande temor así no lo admitas es ser abuelo y enseñarle a tú nieto a montar bicicleta en el parque, viendo correr a mi Buckie atrás de quien será Roberto cuarto, no lo se siempre tuviste temor de experimentar un nuevo amor, tal vez por ello, no te levantes a darme un beso diario, junto a mi madre, Roberto (mi hermano) y Dorita (mi nana), quien también merece el amor de la familia.

Es que no entiendes que aunque este por cumplir 36 años, haya encontrado a una linda mujer tan china como mi madre para compartir mi vida, que tus hijos necesitan a su padre, tanto como el día que te emocionaste al enterarte de que ibas a ser papá.

Eres un soñador de la justicia Roberto Rendón Vásquez y el día que vayas al lado de Dios este blog se va contigo. Te amo papá.



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