Buenas
noches soñadores de la justicia hoy quiero hablar de mi padre, de mi madre, de
mi hermano y de mi familia en general, para variar y como siempre ellos son
quienes dan vida a este Guardián de Leyenda, en especial mi papá, el día que
Dios lo lleve a su lado este blog se irá con él y será tan solo un recuerdo en
quienes alguna vez lo leyeron con cariño de hijos y ojos de ser humano
comprometido.
Mi papá es
un abogado laboralista por el ejemplo de su hermano Jorge, es un maestro de
obra por el ejemplo de ingeniero civil de su segundo hermano Edmundo, es un
guardián de la ley por las enseñanzas de su padre Roberto Rendón Zuñiga, pero a
quien con mucho amor en mi familia lo llamaban “papá Roberto” (todos menos yo),
tiene un hijo que sigue sus pasos y será tan grande como él, me refiero sin
duda a mi hermano Roberto Rendón Acat, tiene una mujer a su lado con la cual
vive hace 39 años (aproximadamente) y con la cual se caso por la ley del hombre
(a escondidas como es su costumbre) hace menos de 8 años, y tiene en mi a un
ladronzuelo, aprendiz de escritor y periodista por pasión como soy yo.
Si no
hubiera sido ladrón de los trofeos de don Roberto Rendón Vásquez, y no
hubiera sido desheredado ante los juzgados respectivos el verano pasado, nunca
hubiera sabido el significado de la palabra papá, si nada heredaré, más que un
apellido un varias lecciones con las cuales forjaré mi vida junto a Mei Ling,
es que le debo a mi papá una disculpa por haber querido vivir la vida que a mi
no me correspondía, pero como el buen Paulo de Tarso, conocido como San Pablo
me convertí en el seguidor indómito de una causa, que es tan sabrosa como
religiosa ante los ojos de mi vida: él llevar el apellido Rendón tan alto como
lo hace a diario Roberto Rendón Vásquez y también el Acat con el Koch, por los
ejemplos de don Rosendo (comerciante honesto ante todo) y doña Luzmila, mi
meme, que ya me heredó en vida un rosario traído desde Roma que alumbrará el
hogar que forme con mi amada Mei Ling.
Que quiero
contar de mi papá esta noche y que quiero contar de mi, buena pregunta para
quien se adentre en estas líneas de amor, arrepentimiento y un toque de pasión
de casi 36 años de tumbos, alegrías y levantadas con la mano de don Roberto,
primero decirle a mi papá que su santuario construido en el lugar donde vivo
desde que nací estará para sus descendientes como un museo y sitio de
reflexión, pero no como mi casa y menos mi hogar, aquí estará tú alma impregnada
en los libros que escribiste y en los expedientes que llevaste.
Si eres
comunista, sino mi nombre hubiera sido cualquier otro menos Vladimir, no me
siento mal pasados los años por llamarme Vladimir, me siento mal por no ser el
líder que inmortalizó mi nombre y me siento mal por no hacer honor a los
apellidos que tú y mi madre me dieron y me siento peor cuando a diario discuto,
con ustedes, los insulto y nos amenazamos por aquí todos hemos perdido la
noción de familia y de sabernos escuchar, me siento mal por que he sido yo la
manzana de la discordia de la familia Rendón-Acat, me siento mal por que no
conozco Viraco, no he orado en la capilla construida por el abuelo de mi madre
en Huaral y por que no sido capaz de salir adelante por mi, sino por tus brazos
que gentilmente nunca me niegan como padre y madre.
Lamentablemente
para ti papá, yo no soy comunista, no creo ni en Mao, ni en Lenin, creo de
Marx, la parte donde refiera que lo verdaderamente importante es el trabajo y
que los alienados terminan por autodestruirse, creo más en Deng Xia Ping, estoy
convencido de que el Che Guevara es un asesino en serie, padre del terrorismo
Latinoamericano, y que Fidel Castro es un hijo de su madre que tiene a mi tía
Candelaria como rehén en La Habana, junto a mi prima Rosita, no soy comunista
papá, creo en el libre mercado y en la libertad de empresa que en el fondo es
el primer paso para la lucha y reivindicación de los trabajadores, por que sin
libertad de empresa, no existe clase trabajadora y viceversa.
Tú como laboralista
llamaste a la esperanza negociación colectiva, yo a la esperanza la llamo fe,
sueños, amor y trabajo por mis ideales, tú llamas a quienes te representan y te
dan aliento para no decaer en la lucha por un mundo mejor dirigentes,
congresistas, rectores, decanos y presidentes, yo los llamo papá y mamá.
Como tú
hijo 100% seguro de serlo, aunque muchas veces lo dude, se que ya diste mucho
por mi y aunque yo no quisiera pedírtelo necesito una centavos de tú parte para
salir adelante en mi carrera de vida, necesito aún apoyarme en ti, como mi
abuelo (tú padre) necesitaba de su bastón luego de ser operado de la cadera
para caminar, necesito de la emoción de las historias encontradas en la calle
junto a Mei Ling y en mis caminatas con Buckie (mi perro fiel), la emoción que
tú encuentras en las aulas de San Marcos, y la misma emoción que tiene mi madre
al descansar sin que nadie interrumpa su sueño.
Tuviste
tres mujeres o mejor dicho tuviste dos mujeres y tienes una que engranaron tú
vida como estudiante, abogado y padre. La primera de ella tú abuela Raquel
Zuñiga Huaco, que te enseñó no solo a trabajar sino que te dio píe para pedir
rebaja en todo lugar donde se te ocurra comprar, eso lo hiciste con tú mamá
Raquel y tú nana Pascuela, a quien de niño le jalabas las trenzas para sentirte
el niño engreído en la casa de la Calle Nueva de los Rendón-Vásquez.
La segunda
fue tú madre Serafina Vásquez Fernández, quien era mayor que mi abuelo por uno
o dos años, pero que nunca te dejó sin un plato de comer, una camisa planchada,
un terno impecable y una zapatos que pudiesen caminar cuatro veces al día desde
tú vieja oficina en el jirón Contumaza, hasta tú casa de la avenida Habich en
el barrio de Ingeniería.
La tercera
y única mujer que jamás te ha dejado y que me parece muchas veces le pagas con
indiferencia es mi mamá, Ana María Acat Koch, tú esposa con quien te fugaste en
1973 y regresaste para terminar de construir tú casa de Higuereta donde vives
hasta hoy y donde tú prima Ernestina Rendón (de quien ya no te acuerdas), le
enseñó a mi madre a preparar la tina para bañarnos a mi y mi hermano de bebes,
eres ingrato con Ana María, por que Ana María ha sido tal vez la única mujer
que vio en ti un hombre con la sensibilidad de Dios y el toque de un ángel que
con el tiempo dejaste de sentir para volverte 100% abogado.
Eres un
buen padre y ocultas muy bien tus sentimientos, pero he llegado a comprender tú
más grande temor, que no es el económico, por que tú de las cenizas te levantas
y sin miedo tomas tú combi para trabajar a las 6 am. Tú más grande temor es
aquello que nunca pudiste, ni te atreviste a enseñarme y es algo en lo que
tienes temor de convertirte, y la verdad no se por que, porque se lo harías tan
bien como cuando fuiste parte del rectorado de San Marcos o te ganaste la
amistad de Chu Chang Kin o Liao Ki Ping. Tú más grande temor así no lo admitas
es ser abuelo y enseñarle a tú nieto a montar bicicleta en el parque, viendo
correr a mi Buckie atrás de quien será Roberto cuarto, no lo se siempre tuviste
temor de experimentar un nuevo amor, tal vez por ello, no te levantes a darme
un beso diario, junto a mi madre, Roberto (mi hermano) y Dorita (mi nana),
quien también merece el amor de la familia.
Es que no
entiendes que aunque este por cumplir 36 años, haya encontrado a una linda
mujer tan china como mi madre para compartir mi vida, que tus hijos necesitan a
su padre, tanto como el día que te emocionaste al enterarte de que ibas a ser
papá.
Eres un
soñador de la justicia Roberto Rendón Vásquez y el día que vayas al lado de
Dios este blog se va contigo. Te amo papá.
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