Es de
verdad para mi un juego de memoria, engreimiento y cuidado escribir la
siguientes líneas sobre cuatros soñadores de la justicia, sin que mi amada Mei
Ling sienta celos por una persona que de manera amigable me devolvió una fe,
que en su momento se devalúo dentro de mi como el Inti (moneda anterior al
Nuevo Sol) en el primer gobierno de Alan García (1985-1990).
Mi país
(Perú) tiene dos etapas muy marcadas en su historia republicana y golpista del
siglo XX y el actual siglo XXI. Antes de Juan Velasco Alvarado, militar golpista
que sacó en calzoncillos y polo manga cero a Fernando Belunde Terry de Palacio
de Gobierno, en el inicio de una era oscura para los peruanos de a píe y los de
raza con abolengo, más apellido de la alta alcurnia.
De hecho
Velasco, quiso una revolución por medio de las armas rusas y tomar Chile por un
odio histórico y rencor de viejo amargado que no pudo ganar nada en su vida,
más la presidencia por la fuerza del fusil y fue este quien dio apertura a un
gran problema cultural-económico-social que hoy (16/07/2013) reventó con un
fallo del Tribunal Constitucional, el pago de los bonos de la reforma agraria,
que en realidad fue destrozo y pobreza para el agro peruano, es algo así como
robarte tú casa y luego devolverte solo el terreno por que todo el ladrón ya lo
demolió.
Y es que si
Velasco destrozó mi país, con la cúpula militar donde destacaba el general
Edgardo Mercado Jarrín, quien irónicamente fue padrino de bodas de un
cuestionado, preso y hasta sentenciado por traición a la patria: Vladimiro
Montesinos Torres, pero bueno está no es la historia que iba a contar, y menos
los soñadores de la justicia de los que iba a hablar con el mismo cariño que
ellos me han dado a mi, incluso aquí en este post quiero darle un mensaje a mi
amiga invisible y referente de fe en mi mismo por una palabra escrita por ella
y que no se dio cuenta causó un vuelco de 180 grados en mi, al devolverme las
ganas de esforzarme por salir a buscar mi chamba propia.
Antes de
Velasco y no después los golpes de Estado eran pan de cada día con Odria,
Leguia y otros militares más de los cuales no se de todos sus nombres y sus
circunstancias, pero en medio de esa era pre Velasco, mi padre Roberto Rendón
Vásquez un soñador de la justicia (muy justiciero), ingresó a San Marcos
estudio en la Facultad de Letras, se dedico al periodismo y terminó con el
título de abogado, en paralelo había una joven estudiante, que en sus años debió
ser un equivalente a la esposa de un banquero de hoy, por la belleza de su
juventud, de hecho mi padre compartió carpeta, libros, fiestas y hasta apuntes
para ponerse al día, el nombre de está doctora y señora: Gladys Freyre, a
quien recuerdo de niño, algún regalo me debió de dar en alguna navidad, así
como también debatía con mi papá, seguro litigaron uno en contra del otro, pero
amigos nunca dejaron de ser.
Imagino a
Gladys Freyre, bailando a ritmo de Pérez Prado, algún Cha Cha Cha y por que no
almorzar con discusiones políticas con la mancha universitaria en la burra (bus
sanmarquino) y almorzar en el comedor de la Facultad de Medicina de San
Fernando, una carne muy fresca, con una menestra reconfortante, en todo ese
lapso siempre mi padre al lado de su mancha, de la cual hoy debe recordar con
más alegría que nostalgia, pues muchos lo llaman para un cachuelo, dictar una
conferencia o simplemente saludarlo un 26 de diciembre día de su cumpleaños,
por que así lo mando Dios y mi abuela Serafina al parirlo en Cusco.
Gladys
Freyre, una mujer leída de conocimiento fresco, debatía con mi papá en sus
almuerzos de fin de año los cambios que el Perú había pasado desde sus años
universitarios, hasta el gobierno de Alan o Fujimori en los inicios de la década
de los 90 (por lo que yo pude escuchar), esa señora o doctora en leyes era consentidora con mi papá, lo
cuidaba tanto como cuando estudiaba, se jaraneaban juntos y pensaban diferente,
empezando por que mi papá por todo reniega y pone cara de cachaco y ella nunca
tenía el hígado con bilis por renegar como su compañero de carpeta (mi papá),
además cuando sonreía hasta cuando comía Caigua rellena, cosa que mi papá no
hace, ni así me gane el premio de la paz mundial.
Pero a
donde voy con todo ello y que significó para mi ver bailar, conversar y saludar
con abrazos y besos de Gladys Freyre a mi mamá, es que mi mamá nunca sintió
celos, nunca se puso mal de que Gladys abrazara y quisiera a mi padre como el
chiquillo flaco que fue y que con bigote se sentaba junto a ella para estudiar
leyes en la hoy Casona de San Marcos, convertida en centro cultural.
Es lo mismo
que me pasa con Armida Linda López Valladares, la conozco por Facebook, es
invisible por que (hasta ahora) nunca me contesta el teléfono y cuando una vez contestó su
número su enamorado muy molesto (con razón) me llamó la atención por que ya era
poquito más de la medianoche de un viernes, pero aún invisible y solo
escribiendo por Face, Armida me dio una palabra clave que reactivo en mi el
autoestima perdido, tal vez fue una frase con una palabra final que me dio el
cariño para dar y devolverme a mi, en mi búsqueda de fe perdida y aunque amo a
Mei Ling, tanto como a mi, esa fe la había perdido por que pensé el cariño de
muchos estaba perdiendo por mi afán de defensa de ideas políticas, sociales y económicas,
que contrastaban con mi ternura oculta que tan solo Mei Ling veía, pero Armida
abrió el telón para que todo vieran la ternura del show de mis sueños y mi
voluntad incansable para obtener un mundo mejor por medio de mi trabajo
personal.
Armida es
una doctora hasta lo que he podido ver en Face, ella defiende una idea
contraria a la mía políticamente hablando, ella cuida la vida de todos y de
todas, así no coincidan con ella, pues como doctora sabe que una idea puede no
cambiar, pero la salud no se puede alterar y con la salud no se puede discutir.
Aunque no
quiero que tú Mei Ling (amada mía) te pongas celosa debo de decir que Armida es
importante para mi, por que como amiga invisible me da esa esperanza de creer
que las fronteras están hechas para romperse cuando hay voluntad sincera sin
malicia o doble sentido.
El Perú
post y pre Velasco Alvarado, trajo muchas heridas, muchas honras destruidas y
muchos gobiernos sucesivos enfrentados y aquí hablo desde Belaunde del 80 al
85, de Alan García del 85 al 90 y del 2006 al 2011, de Toledo del 2001 al 2006,
de Ollanta del 2011 hasta el 2016, pasando claro está por Alberto Fujimori del 90 al 2000 años en que viví de un gobierno con cojones y por eso lo
defiendo, el como ya es otra discusión donde tal vez, de acuerdo no nos
pondremos, pero si nos podremos devolver la fe entre quienes pensamos diferente
y oramos diferente como Armida, me lo demostró con una frase o palabra sacada
un cuento de chicos de 15 años, que tocó mi alma, mi corazón y mi conciencia
desorientada en ese momento.
Una frase
tan simple, como sabia para reflexionar una madrugada y escrita por el inbox de
Face cuando te lloraba mi falta de trabajo: “Qué pasa chiquito?”, en que en
esos días nadie podía sacar el telón y hacerme ver en el espejo que era tan
sensible como un “chiquito”, a quien necesita que se lo recuerden como cuando
vas al doctor por una tos o un resfriado.
Gracias
Armida, Mei Ling no te pongas celosa por favor, por que tú Mei Ling serás mi
esposa y tú Armida serás la amiga invisible hasta cuando en carne y hueso te de
el abrazo que tanta falta me hace para agradecerte tú amistad, la misma amistad que mi padre mantiene con el recuerdo y el deleite (de los años mozos) de haber tenido una amiga
tan joven y tan bella de corazón como, Gladys Freyre.
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