jueves, 15 de noviembre de 2012

Las siete cuadras de la "Constitución chalaca"

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Lugar de caminantes

Las siete cuadras de la “Constitución chalaca”

Por: Ludoviko (mi alter ego) “el viajero chalaco”
Publicado el último lunes en el Diario El Callao

Ser amante de libertad y un demócrata por convicción te vuelven de por si un seguidor de la Constitución, aquella que en el colegio nos la enseñan como ley de leyes o Carta Magna, que rige el curso de nuestro país y de la cual nace la jurisprudencia que se dicta en todas las facultades de derecho del Perú y el mundo.
Una Constitución Política podría ser equivalente a un Documento Nacional de Identidad o DNI que nos señala el nombre y demás datos que para la ley son válidos, pero este “recorrido” no es por las páginas del libro promulgado en 1993 y tampoco por la de 1979.
Por el contrario es un “recorrido” por las siete calles que componen la avenida Constitución, parte del tan emblemático barrio de Castilla, donde más de uno teme acudir, pero también más de uno pisa por motivos familiares, policiales , judiciales o de apoyo social.
A decir verdad de este cronista que piso con seguridad hasta la plazuela de la Iglesia Matriz, tuvo el temor de ir más allá sino fuera por el buen saludo de un vigilante de la zona a quien llamaré con cariño “Black Angel” y de su amigo “Patrulla” (otro seudónimo de quien no quiero dar su nombre por seguridad).
Pues para hablar de la avenida Constitución, primero cabe resaltar que la Casa Piaggio, que hoy solo alberga eventos especiales, es el único lugar del Perù que nos hermana con la Torre Eiffel de la “ciudad de luces”: París (Francia) ya que el arquitecto o padre de ambas obras es el mismo, este señor de quien pedimos se investigue aún más su estancia en el Perú, solo vio un lugar de encanto para una de sus obras maestras, que por esas cosas del destino ahora está en las manos de un ciudadano griego arraigado en el país.
La Constitución de esta avenida y en especial de la cuadra dos da para más historias y remodelaciones, al frente de la Casa Piaggio, no se pierda y admire con ojos de artista el Pasaje Ronald, edificio de 7 pisos que muy pronto será comparable con el mejor lugar de oficinas de San Isidro, pero a diferencia del distrito limeño, aquí vemos los rostros de personajes destacados tales como el pintor Miguel Ángel (quien pintó la Capilla Sixtina) hasta quedar sonriente por la imagen de Beethoven y muchos otros bustos que adornan el ingreso a esta construcción de los años 20, del siglo pasado.
No soy quien para decir que la falta de fe ha dejado al pueblo chalaco sin esperanza más aún cuando por delante está la sede de la Policía, donde según cuentan almas arrepentidas, se dejan sentir noche a noche.
En un sitio que antes fue la Prefectura y que ahora no solo alberga a la Fuerza de la Ley, sino que también es el sitio obligado al cual acudir, si un robo o crimen de alto calibre se ha cometido en esta Provincia Constitucional.
Aquí en el Callao decir soy chalaco no basta, hay que demostrarlo con osadía y bravura, derrotando el miedo con el miedo de la mirada, que esta vez se convierte en un lento fotográfico que registra todo incidente a su paso o mejor dicho todo retrato de la que fuera una avenida aristocrática en los primeros años de la república.
Por ello el Callao, es el único lugar en el mundo que lleva el nombre de Provincia Constitucional, puesto que aquí personas de a píe (con ello me refiero a hombres y mujeres) defendió el Estado de Derecho reflejado en la Constitución ante una horda que deseaba irrumpir en Lima ingresando por el puerto, revisar los archivos de los años 20 para su consulta e ilustración buen lector, ya que con esta crónica deseo contagiar el bichito de la investigación.
En un inicio hablamos de “Black Angel y de Patrulla”, ellos dos me llevaron más allá de la Iglesia Matriz, a la espalda de las fabricas y del propio puerto donde más de una historia de terror se escribió y se sigue tejiendo con un hilo color rojo y una aguja que no solo inca, sino que se clava en corazón de los recuerdos.
Uno de estos recuerdos es el de “Patrulla”, quien extraña no las peleas, sino las disputas de niño corriendo tras un balón de plástico en los juegos de fulbito con los chicos del barrio de Atahualpa, cuando tenía nueve años me cuenta “sus amigos desaparecían no por una redada policial, sino por que era lindo jugar escondidas”, hechos que añoran regresen, puesto que eran días de paz e inocencia infantil, algo difícil de ver hoy en día en Constitución, puesto que es parte del controvertido barrio de Castilla.
A mi paso solo veo almacenes blindados y balcones que deben de haber sido lindos, pero con cada temblor se van cayendo más, aunque al final de la Constitución un asilo para ansíanos indigentes, es refaccionado en la entrada, nada parece hacer justicia en el Callao, salvo la Corte Superior que a la espalda de la cuadra 7 está.
De vuelta por donde llegué un restaurante don Mateo o mejor dicho dos locales de una cadena de cevicherìas nacidas en el Callao, me tiran un ancla con ceviche para quedarme, pasos más allá un don Gavino muy bien arreglado me quita la sed con una chicha morada, pero estas son otras historias que en un futuro irán de la mano con el misticismo que despierta la “Constitución chalaca”.

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