martes, 18 de agosto de 2015

Dios es psiquiatra, Jesús incomprendido

Definitivamente la salud mental es la base de toda sociedad que se digne decir que es del primer mundo (a mi opinión). Es cierto que el Perú no es una panacea, tampoco es una caída de agua oscura, pero no sabemos que nos depara el presente inmediato.

Sí, el presente inmediato aquel que se da cada amanecer o cuando el sol sale al cantar de la alarma de un celular, es que es cierto hoy (en el 2015), nadie espera que cante el gallo, como lo hacía mi abuelo Roberto, que se solo llego a tercero de media y a orgulloso policía, padre de un ingeniero, dos abogados y tres profesores.

De hecho conviví con Roberto Rendón Zuñiga, desde mis 6 o 7 años, hasta un año después de terminar la universidad (2001) y cuando trabajo no tenía, la frustración me jalaba, nadie me hablaba y a nadie escuchaba (o tal vez escuchaba los recuerdos de Serie Rosa en la Plaza San Martín a la 1 de la madrugada, cuando me decían aprista-fujimorista y sobrino de don Vlady).

Es cierto, no era un vago pues buscaba oficio, como un ahogado busca tierra en medio de tiburones, con barcos piratas que te salvaban para bañarte en aceite, jodido estaba y caminando por una ciudad donde horizonte, más allá del segundo no existía.

Orate, me hubiera dicho mi abuelo (quien con tercero de media, usaba el diccionario como su hijo profesor de universidad francesa). Roberto (el abuelo o el papá Roberto), era un hombre sencillo, tenía la pensión de Policía que bolsiqueaba (una vez por mes), y la del seguro con la cual se compró la primera cuna de don Roberto (papá), que sirvió para Roberto (hijo), un 14 de enero de 1975 desde entonces mi mamá Ana María, recibió por él (mi abuelo) el sobrenombre de hija…pero qué tiene que ver todo esto con 
Dios y Jesús, además de la psiquiatría, bastante creo yo.

Don Roberto, usaba un diablo para arreglar mis zapatillas Splendor compradas en Polvos Rosados y pagadas en dos partes en 1988, luego de ser soldado y policía fundó una tienda en la Calle Nueva de la Ciudad Arequipa (no es cherry para libro de mi tío Jorge, aviso), en la tienda según contaba don Luis Rendón que tuvo 12 hijos y quería ir al norte del Perú a pelear con huaraca en mano, contra el “mono ecuatoriano” (este es un solo decir que se quedó en mi país después del conflicto de los 40 o 50, no te piques hincha de Emelec o Nacional, menos de Deportivo Quito en Casablanca), nada volvamos al mapa como decía Belaunde.

En la tienda de la Calle Nueva, no faltaba un rosario, con velas misioneras, si bien es cierto Roberto con Serafina (mi abuela), se casaron en una boda religiosa que nadie vio, es cierto que don Roberto ya sea en el barrio de Ingeniera, en el de Higuereta, el de Viraco o la Calle Nueva a misa nunca dejó de ir…Nunca entendí entre mis 7 y 24 años, por qué don Roberto, se percinaba cada noche, para literalmente el Santo Rosario rezar, de hecho don Roberto tenía la frase clásica de mi hogar: “Hay señor de mi tierra, donde estas que este no me comprende”.

Don Roberto, era querido y a la vez no sabía muy bien, que lo hacia diferente al resto de sus hermanos, de hecho don Roberto, era una isla de historia que nunca me puse a leer, contaba, multiplicaba, dividía, sumaba y restaba con los diez dedos de sus manos, las cuales juntaba para rezar cuando yo Tieta veía, luego Natacha y antes de estas dos, El Hombre que debe Morir, gracioso por que el compañero de mi abuelo luego de mi abuela, sus hijos y sus nietos (menos yo), era Trampolín de Ferrando, con Risas y Salsas, en horario de circuito sabatino de Panamericana, pues si Dios existe tiene un símil con, con el televisor siempre está presente, siempre en tu hogar no falta, en aquellos años a la familia juntaba, tal como Dios lo podría haber hecho, antes de los días de radio y por supuesto mucho antes de la tv.


Dios es un psiquiatra con el cual uno se identifica (como me pasaba a mi con Mil Oficios, cuando sin chamba me ahogaba), Dios te da una receta, el psiquiatra, también te da una receta, pero lo mejor el psiquiatra conecta contigo, te enfoca, te muestra en una gráfica tu vida, tus errores y tus valores, te lleva de la mano con la psiquis hacía el lugar donde apuntas a estar, es una catarsis, como la que hace Dios, cuando en oraciones, misas o hablando con el padre de la parroquia más cercana te conecta con la realidad y si de Jesús hablamos, creo que lo dejamos, para mañana, a la misma hora, en el mismo canal, por que a final de cuentas, la salud es un tema de estado de ánimo, esperanza, salud mental donde el cuerpo sano lo manda, cuantas inca colas menos o hierbas luisas, más tomamos cada día…hasta la próxima Soñadores de la Justicia.

PD: Dedicado a E.B (Escritor de 15 Cuentos de Largas Noches), gracias por la esperanza, dada.

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