Buenas
tardes, mañanas y noches soñadores de la justicia es hoy “un día como
cualquiera”, diría una canción aunque ahora es un momento distinto, es un lugar
allá fuera de mi que estoy esperando encontrar, si un día vi la luz hoy estoy
en un minuto antes del amanecer, donde sol irradia la fuerza que os guía la
voluntad de cada uno de nosotros.
La
luna por el contrario es un as bajo la manga, una esperanza en el anochecer de
una sierra lejana ahora, cercana después, si es cierto soy un hijo de la
sierra, un camino en la selva rodante amante visionario del mistura de pasiones
que hermana esta parte del continente, es un lugar donde el deseo se esconde
para encubrir la necesidad de gloria y virulenta ambición, es aquí donde
llegamos.
Y
dónde llegamos, pues a saber que no somos los que hemos nacido, encerrados en
una matriz, en una espiral de momentos, traspasamos el uno al otro con las
palabras, somos un segundo de vida en un inmenso mar de polendos sinsabores.
No,
señor usted crea lo que quiera, pero la realidad escapa a la ventaja que usted
cree ya ha obtenido, no vivo para creer, creo para vivir, creo en esa fuerza de
amantes solidarios, de egoístas responsables y de dadivosos oídos que regalan
aquello que nos es suyo.
Es
así como las fuerzas unidas en un cuerpo divides a la rebelde izquierda, de la
derecha de hierro, ambos son opuestos, ambos se necesitan, ambos se diluyen en
aquello que no es sueño, fantasía o realidad, es así que llegamos a la orilla
de un lugar, donde vinimos a ver un crimen en el castigo, un castigo sin
sentido, abortamos antes de haber abierto los ojos inoperantes, ante ese surmenage,
de encomiable locura-cuerda, nunca debiste pasar por mi lado, nunca debí estar
delante de ti, pues eres ahora a quien yo más deseo destruir, no bloquees lo
que el universo trajo para los dos, no estorbes mi camino, ese lado oscuro,
dormido hasta tus palabras hechas deseo forjaron mi amargo porvenir, por ello
no calles con tu mirada, no te dirijas con tú palabra, se valiente y dime tú
verdad, quién creíste que era yo, sí descubriste que soy aquel, que en un
momento espero el segundo para decirte la verdad, justicia aclaman en los
pueblos, justicia aclaman en un severo lugar, no llegaste para verme como soy,
me diste nombre y ahora obedezco a quien nunca debí renunciar a ser, el odio
tuyo al ver el reflejo del espejo de quien dormía en el rincón ante tus ojos de
un negro amanecer.
PD:
Dedicado a quien, ya sabes nunca debiste dejar salir.
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