Buenas
noches Soñadores de la Justicia, es sábado por la noche y si te quieres
divertir, tienes que vivir más de un verano en Nueva York, pero hoy en medio de
una brisa calentona de verano, se me ocurrió mezclar la experiencia “vivida y
no adquirida”, no sé si valga el cliché, pero allí te va como diría un gilero
de la Rica Vicky, que se diga así mismo…”rico, rico soy” (gracias <Percy
Muni>, por la chapa que te escuché en la universidad).
Bueno
aclarando el titular de este post y de los efectos noventeros, cuya resaca, muy
a la peruana no hemos dejado de lado, hace algunas semanas estuve pisando el área
de un paradero de una esquina conocida en el distrito de San Miguel.
Allí dónde
está Cineplanet y por la parte trasera del centro comercial, está la calle o
avenida Riva Agüero, muy conocida para todos los que estudiaron o estudian en
la Universidad Católica y pasan por un parque muy grande de la zona de dicha
vía, para con una helada que te tomas cuando no es invierno refrescarte de este
calor o del García Lorca, que no da en Fuente Ovejuna, esto señores lo aprendí
de una buena profesora de literatura en tercer y cuarto de media, cuando no
escribía ni mi nombre y la palabra prueva, era para mí con V y no B, aunque
ahora con el pasar de los años ya aprendí, pregunten a mi tío Carlos Acat, sino
me creen.
De verdad
que en Lima no se siente el espíritu de cuerpo (como diría un congresista o
abogado) en torno a un ideal o un derrotero, aunque tal vez es mejor decir meta
a la cual llegar.
Por ello
creo que cabe recordar que José Mariano de la Cruz de la Riva Agüero, aquel
hacendado que heredó los terrenos de su casa a la Universidad Católica, ex pontificia!, porque ojo ya “no es pontificia”
(bien allí Cipriani, pisando fuerte). Es que este caballero no solo fue
presidente o mejor dicho primer jefe de Estado peruano en 1823, sino que
también se preocupó años anteriores al mencionado en viajar de Perú para
adentro y no para afuera, aunque si, también lo hizo, gracias a sus vínculos
con la logia, ya que estuvo en el viejo continente, especialmente en España, es
que así eran los Copetudos.
Aunque de la
Riva Agüero, tuvo un olfato presidencial desde la época emancipadora de San
Martín y Bolívar.
Así también podemos decir que es recordado por las mejoras
que hizo al ejército con Andrés de Santa Cruz, a la cabeza, don José tenía un
sentido de orden poco común en la idiosincrasia nacional, pero él entendió lo
complejo que era estructurar el Estado y por ello para expandir la presencia de
la autoridad tuvo como un pico la fortaleza de los hombres uniformados que
recogió de las tropas que respondían al interés del Perú que fueron dejadas por
San Martín y luego expandió las relaciones con los vecinos; Gran Colombia,
Chile y Argentina (era diplomacia señores), para consagrar la independencia
gritada en la ahora pequeña y poco recordada Huaura, donde hay una casona
museo, que está ubicada en una plaza del norte chico de Lima, por supuesto hay
playas que uno admira con vaso de guinda en la mano y si usted decide un salto
más allá no dejé de pasar por Paramonga, pero ese no es el fin de mi posteo,
noctámbulo.
Hoy la
avenida o calle Riva Agüero en San Miguel, es parte de la urbe
comercial-residencial del lado oeste de la capital, aquella que colinda con el
Callao y es de paso obligatorio cuando vamos al aeropuerto internacional Jorge
Chávez, hoy administrado por el consorcio, Lima Airport Partners, compuesta por
capital canadiense-alemán, al estar presente quienes tomaron la posta en el
terminal de Frankfurt, que fue la última herencia del fujimorismo el año 2000,
cuando Carlitos “Solución Popular” Boloña, era flamante y reiterante ministro
de Economía, como me acuerdo su noche de dormida gloriosa en un asentamiento
humano, es que estaba en campaña pues, compitiendo con García en su voto
escondido, porque allí andaba Toledo, por eso bautizó a Beto Ortiz, como virgen
de cabaret, no dejó entrar al periodista de <Nadie se Duerma> a su
conferencia de prensa y que era acompañado por un referente televisivo que en
paz descanse, Bruno de Olazabal.
Buenooo, mi
post va más allá, hoy San Miguel es la urbe que levanta efigies de más de 14
pisos en la avenida La Mar, si pues es que allí calza bien “Mi Vivienda” o
otros proyectos inmobiliarios que son la herencia del Toledato.
Quiero decir
que aquí lo de Hong Kong, es que en la Riva Agüero de línea recta hacía
Universitaria, está la congestión vehicular más grande de taxis (en calle
chica) que tienen chamba de a montón en horas punta y horas no punta, quieren
un ejemplo salgan de plaza San Miguel una tarde lunes y verán como se pelean
por entrar a un taxi los trabajadores de oficinas aledañas, otro ejemplo si van
al ex Ace Home Center, que ahora es parte me parece de Sodimac, tendrán que
salir en taxi por los paquetes de cosas para la construcción o acabado de su
casa (no es info comercial por cierto), así edita la realidad.
Es que sí,
de la Riva Agüero no pensó nunca en que la cosmovisión del país que él tenía
iba a desaparecer, tan tarde como llegó la modernidad, es que ahora somos parte
de Hong Kong, sino me creen, miren el chifa-modernismo que ilumina las noches,
las dietas de chaufal con saltado combinado, los menús de almuerzo en la
mencionada zona.
Es que a propósito hay un My Home, chifa o restaurante de
comida china, que tiene tanto hecho en Hong Kong, como mis muñecos de He-Man,
que importaba mi tía Luzmila a su tienda de un antiguo Capón en los años 80, si
pues era bacán “el poder Grayskull”, de una espada plástica que llegó al precio
de un sol y causó tanto desorden como cuy en tómbola desorientado en el colegio
donde mi padre no pudo ponerme, el Juan XXIII o “San Juancho”, como me dijo un
primo “Gabo Acat” que solo conocí por el viejo Messenger, de Hotmail, que hoy
es tan prehistórico como orden había en la plaza San Miguel, donde mi hermano
almorzaba en sus años universitarios de San Marcos.
Ello ahora
es una Hong Kong, es ese lugar que alguna vez albergó a los mejores circos de
Lima y que dio paso a Wong (ahora de propiedad chilena), a Plaza Vea (del grupo
Banco Internacional), y así otras “franquicias bamba”, que se encuentran
caminando en Hong Kong, sobre todo de madrugada, que es según me consta, la
hora en que el ambulante trabaja en países asiáticos y se compra, rico, barato
y copia exacta del original, quiere usted una muestra de lectura rápida, no sé
si la pueda dar, pero eso sí un Rolex de las calles de Hong Kong, usted lo
compra a precio de original en la plaza San Miguel y alrededores de las
esquinas de Riva Agüero, La Marina, Universitaria y si no me olvido busco el
taxi, en la puerta de un chifa que vende en un mes arroces chaufas que suman 10
mil soles de ganancia mensual y hasta más, es que el Perú que dejó Riva Agüero,
dio paso con los años a un fenómeno, que traspaso al chino de la esquina, el bodeguero
de sus bisabuelos, señores, eso es lo que trato de explicar como el <efecto
Hong Kong>.
PD: Dedicado
a Julio que de Hong Kong va al bambú, compadre de mi mamá, chino por
nacimiento, peruano por orgullo.
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