Este post
la verdad tengo serias dudas de cómo titularlo así como de la manera en que
debo de enlazar los temas en cuestión que van desde la educación hasta la
lamentable muerte de Thalía Sayas, primera participante del polémico programa
el Valor de la Verdad, para iniciar con la idea central y dar paso a un largo
escrito debo de recordar que desde que inicie mi etapa escolar allá por 1984
hay huelgas de maestros y reclamos sindicales por todo calle en donde se
camine, tanto en Lima como en provincia la desigualdad es un punto importante
para medir el desbalance de nuestro crecimiento macroecómico, que muy
aplaudible por un lado y muy o demasiado lamentable por otro.
Estoy
seguro que Thalía Sayas, perteneció a la generación que vio como la economía
crecía con indiferencia y mucho dinero delante de quienes menos tienen, para un
ejemplo solo veamos en las diversas avenidas comerciales de Lima, como ha
crecido el negocio de hoteles, hostales para las parejas y Spa o centros de
masajes que esconden en su interior a la crema y nata de una prostitución
profesional a la cual yo también he acudido como ser humano, en algunos pasajes
de mi vida y que nadie diga que no por que solo a un cura le creo que no ha ido
a donde una prostituta para desfogar lo que todo ser humano (hombre o mujer)
tiene por dentro, ya esto es tan natural como respirar para vivir.
Si de
crecimiento con inclusión hablamos la educación debe de ser un tema de Estado,
donde sea tan importante el aprestamiento como los post grados y altas
especializaciones para profesionales, pasando por las carreras técnicas.
Cuando
iniciaba mis años de universitario allá por 1995 un profesor del cual debo
reconocer su alta preparación y sensatez llamado Alan Patroni, dijo al iniciar
su curso Antropología Religiosa que uno no estudia una carrera por dinero, ya
que manejando un taxi puedes ganar mucho más o vendiendo sándwich puedes
transformarte en un gran empresario gastronomico, si uno estudia es para hacer
lo mejor para él su familia y su país.
Formas de
ganar dinero pueden haber miles o millones formas de ser feliz con lo que
hacemos solo hay una o dos, yo por ejemplo intenté ser empresario con muchos
fracasos en el camino, intente estudiar una carrera de administración que
abandoné llorando a las tres semanas al declararme incapaz de resolver un
problema de matemática financiera, hice mil cosas por trabajar que me dejaban
un río de lagrimas sobre la almohada, y fui feliz levantando la cabeza estar
presionando un teclado y sentirme lo que siempre quise ser: periodista y olvidé
por los accidentes que me tocó vivir para caer en más de una ocasionan durante
10 años, los cuales oculte haciendo obras asistencialistas que nada bueno
trajeron para mi o mi país.
Soy
periodista, no me importa ganar un sol o cinco mil si hago a diario lo que me
gusta y place informar ya sea desde mi blog o el diario en el que escribo
actualmente, pero claro el dinero siempre será necesario y vital para seguir en
la carrera de la vida, pero este tiene venir de la mano con la producción de tu
trabajo y de lo que más amas en este mundo que para mi es mi familia donde ya
esta Mei Ling y mi vocación de periodista, pero que tiene que ver esto con
Thalía Sayas, el Valor de la Verdad o la educación, pues a priori nada o
naranja huando, pero en el fondo mucho.
Thalía debe
de haber sido una joven entregada al mundo de la prostitución o el engaño por
la gran cantidad de dinero que debió de haber ganado en su oficio, mucho más
del que hubiera ganado como profesora, enfermera o médico del Ministerio de
Salud, lo cual generó un encanto del dinero fácil, pero que a la larga le trajo
la muerte horrenda una herida en la familia de todos los involucrados,
incluyendo al victimario que se deslumbro por una cantidad de dólares que no
hubiera visto ni trabajando de corrido 15 años como mototaxista.
Si vivimos
en un país con desigualdad, la desigualdad crea dependencia del dinero fácil,
la falta de educación es parte de ello por que no te da oportunidad de seguir
luchando por un sueño. Hoy estamos al medio de la incertidumbre por varias
huelgas o conflictos sociales, que genera niños y jóvenes en las calles
absorbidos por el ocio que a mediano plazo traerá vicios y la largo plazo
recrudecerá el tan maligno terrorismo o el ya innombrable pensamiento Gonzalo
que no es más que la muerte para tapar un vacío dejado por ausencia de
educación, falta de familias sólidas, desesperanza y la gran falta de una
propuesta política con ideología para debatir y construir soluciones sobre una
mesa de negociación que debe de empezar por las conversaciones entre padres e
hijos.
El
fujimorismo copó un espacio dejado por la falta de atención a quien menos tiene
y aunque me identifique mucho con Alberto Fujimori, también pecó de populista,
pero dio soluciones pragmáticas a enfermedades terminales al mismo estilo del
cáncer que hoy extingue su vida. Como fujimorista y ser humano deseo el indulto
y que este hombre que fue un presidente y más que eso un líder que viene asumiendo
un costo político, el cual arrastra a su familia, pase sus últimos días en paz
sin exposición mediática al acecho, pero como peruano que ve la realidad diaria
y la polarización de un país que sigue desangrándose por heridas de un pasado
sin remedio, tengo que pedir en lugar de un indulto una reflexión, para
defender su trato humano y que pase los últimos días en paz, pero en su
encierro que yo creo no le corresponde, pero el indultarlo solo enfrentaría a
peruanos contra más peruanos y no habría un rumbo que como país necesitamos.
Aunque
suene duro y más que eso fantasioso creo que Alberto Fujimori, ex presidente al
cual el Perú le debo mucho y también ya le paso factura debe de terminar como
una versión del Hombre de la Mascara de Hierro donde el personaje central
vuelve a prisión, solo por mantener la paz en una Francia convulsionada donde
había una gran lucha por el poder, no justifico a nadie por sus comentarios
sobre este tema, pero si queremos una agenda común para nuestro país, derrotar
al terrorismo y darle oportunidad a los jóvenes por medio de la educación en
este segundo milenio del siglo XXI todos debemos de ceder, perder y ganar, sin
enrostrar culpas, sin llegar a los halagos de la sobonería carroñera y pensando
que el futuro cercano un día nos lo agradecerá, sin perder la perspectiva de
seres humanos que buscamos paz y prosperidad para nosotros y nuestros hijos en
el presente actual.
Hasta otro
día soñadores de la justicia.
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