domingo, 30 de septiembre de 2012

Un post dedicado al compromiso de primos y la paz


Un post dedicado al compromiso de primos y la paz


Ya había dejado el mundo del post por poco menos de una semana, pero una conversación de varias que he tenido esta semana me llama a una reflexión más que profunda sobre la violencia, el compromiso, el no tomar las cosas a personal, la paz y la indiferencia. De hecho todos saben que soy un creyente en el libre mercado y en la derecha como forma de política, pero no hago política partidaria, pero si a diario hago política desde que reclamo por el buen servicio en el transporte público, hasta que con un control remoto escojo que noticiero quiero ver por las noches.

Aunque debo de decir que mi en esta ensalada de conceptos mi familia fue afectada directamente por la violencia terrorista y tal vez de ambos sentidos. En 1983 yo tenía 6 años y la noche buena la pasamos en la vieja casa de mi abuelo en San Martín de Porres, de hecho la primera persona que me abrazo esa noche o me deseo feliz navidad fue mi primo JRE, quien en sus inicio y hasta lo poco que me contaron era un demócrata cristiano, que lamentablemente falleció años más tarde en un incidente que deseo borrar de mi memoria en el JNE, en un acto terrorista del cual prefiero no saber, pero si recuerdo su foto con una línea de sangre en la página central del diario La República.

De hecho Javier, si algo sabía muy bien era bailar, contar chistes, estudiar y por que no recordarlo conversar de todo tema puesto que era muy leído y nunca dejó de engreírme, en sus visitas a la vieja oficina de mi papá en el jirón Contumaza, pese a todo lo que se puede decir de él, era un primo-hermano muy humano y con ganas de vivir, unas ganas que sobrepasaban cualquier ideología convirtiendo la discrepancia en un buen chiste, o en mi caso un abrazo de despedida en cada visita a la vieja oficina de mi mamá.

Como dije antes en este blog mi papá es profesor de San Marcos hace más de 40 años, de pensamiento social-progresista o comunista que fue adaptándose al cambio constante, reconoce que la economía en comunidad no ha muerto, ni morirá, pero esta necesita de manera obligatoria del capital o el dinero que se transluce en calidad de vida, para quien lo saben administrar, como él y mi madre saben hacerlo, tan bien que hoy mantienen una clase media, emprendedora y luchadora desde su trabajo de abogados comprometidos con su familia.

Si bien es cierto tomar las agresiones de manera personal termina envenenando el alma, llevado al resentimiento, odio e ira que convergen en el río de la violencia sangrienta, es también cierto que no hacer nada o ser indiferente ante el dolor ajeno es alimentar la violencia y la intolerancia de los pueblos que no claman soluciones, sino que claman herramientas para ellos mismos tener las soluciones  a sus grandes problemas como el agua, y la falta de modernidad, pero es parte de un compromiso personal que cada persona debe de tomar, no dejando para mañana lo que puede hacer hoy y no cegándose ante la sensatez que la realidad nos guste o se impone por la falta de todo, en lugares de riqueza subterránea y pobreza visible.

El no tomar las cosas personalmente puede ser bueno para que los insultos y falta de armonía en las conversaciones no nos afecten, pero la falta de compromiso disfrazado de que el problema no es personal es un tema que debe ser tomado en cuenta por quienes han sido engañados y con los cuales la pobreza ha sido un medio de sometimiento a través del asistencialismo regalón de dinero o comida.

Si algo debe de ser bien común para todo peruano es la educación emprendedora que forma líderes empresariales y buenos padres de familia, pero si seguimos pensando en que un día el mesías vendrá, para concedernos todos nuestros deseos tal cual lámpara de Aladino, solo caemos en el mismo error de siempre creyendo en las mentiras del asistencialismo que gira como una rueda viciosa y haciendo del Perú una historia de la desgracia sin fin.

Si yo fui víctima de la violencia, pues si lo fui de modo diferente a quienes en su piel sintieron la falta de apoyo y la idea de terror era común denominador, pero en mi caso la pobreza y violencia fue el no dejarme abrazar a mi primo Javier en las navidades que siguieron al año en que murió, 1986, si mal no recuerdo. Es que Javier no era una genio, tampoco una persona que estaba libre de equivocación, Javier era quien simplemente me amaba por ser su primo, por ser parte de su sangre y por que nunca hubiera deseado para mi un mundo donde prime la intolerancia y no existe un debate alturado de ideas.

Estoy seguro que donde este Javier o su la energía de su alma abrigará la paz con arrepentimiento y no dejará de contar chistes o bailar cada vez que le sea posible con cuanta doncella se cruce por su lado, por que después de todo solo era un ser humano, que vivió y sintió diferente un mundo que cambia constantemente. Dedicado a ti Javier Rendón Escobar, por que hasta ahora siento tú abrazo dado en la navidad de 1983.  


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