Un post
dedicado al compromiso de primos y la paz
Ya había
dejado el mundo del post por poco menos de una semana, pero una conversación de
varias que he tenido esta semana me llama a una reflexión más que profunda
sobre la violencia, el compromiso, el no tomar las cosas a personal, la paz y
la indiferencia. De hecho todos saben que soy un creyente en el libre mercado y
en la derecha como forma de política, pero no hago política partidaria, pero si
a diario hago política desde que reclamo por el buen servicio en el transporte
público, hasta que con un control remoto escojo que noticiero quiero ver por
las noches.
Aunque debo
de decir que mi en esta ensalada de conceptos mi familia fue afectada
directamente por la violencia terrorista y tal vez de ambos sentidos. En 1983
yo tenía 6 años y la noche buena la pasamos en la vieja casa de mi abuelo en
San Martín de Porres, de hecho la primera persona que me abrazo esa noche o me
deseo feliz navidad fue mi primo JRE, quien en sus inicio y hasta lo poco que
me contaron era un demócrata cristiano, que lamentablemente falleció años más
tarde en un incidente que deseo borrar de mi memoria en el JNE, en un acto
terrorista del cual prefiero no saber, pero si recuerdo su foto con una línea
de sangre en la página central del diario La República.
De hecho
Javier, si algo sabía muy bien era bailar, contar chistes, estudiar y por que
no recordarlo conversar de todo tema puesto que era muy leído y nunca dejó de
engreírme, en sus visitas a la vieja oficina de mi papá en el jirón Contumaza,
pese a todo lo que se puede decir de él, era un primo-hermano muy humano y con
ganas de vivir, unas ganas que sobrepasaban cualquier ideología convirtiendo la
discrepancia en un buen chiste, o en mi caso un abrazo de despedida en cada
visita a la vieja oficina de mi mamá.
Como dije
antes en este blog mi papá es profesor de San Marcos hace más de 40 años, de
pensamiento social-progresista o comunista que fue adaptándose al cambio
constante, reconoce que la economía en comunidad no ha muerto, ni morirá, pero
esta necesita de manera obligatoria del capital o el dinero que se transluce en
calidad de vida, para quien lo saben administrar, como él y mi madre saben
hacerlo, tan bien que hoy mantienen una clase media, emprendedora y luchadora
desde su trabajo de abogados comprometidos con su familia.
Si bien es
cierto tomar las agresiones de manera personal termina envenenando el alma,
llevado al resentimiento, odio e ira que convergen en el río de la violencia
sangrienta, es también cierto que no hacer nada o ser indiferente ante el dolor
ajeno es alimentar la violencia y la intolerancia de los pueblos que no claman
soluciones, sino que claman herramientas para ellos mismos tener las
soluciones a sus grandes problemas como
el agua, y la falta de modernidad, pero es parte de un compromiso personal que
cada persona debe de tomar, no dejando para mañana lo que puede hacer hoy y no
cegándose ante la sensatez que la realidad nos guste o se impone por la
falta de todo, en lugares de riqueza subterránea y pobreza visible.
El no tomar
las cosas personalmente puede ser bueno para que los insultos y falta de
armonía en las conversaciones no nos afecten, pero la falta de compromiso
disfrazado de que el problema no es personal es un tema que debe ser tomado en
cuenta por quienes han sido engañados y con los cuales la pobreza ha sido un
medio de sometimiento a través del asistencialismo regalón de dinero o comida.
Si algo
debe de ser bien común para todo peruano es la educación emprendedora que forma
líderes empresariales y buenos padres de familia, pero si seguimos pensando en
que un día el mesías vendrá, para concedernos todos nuestros deseos tal cual
lámpara de Aladino, solo caemos en el mismo error de siempre creyendo en las
mentiras del asistencialismo que gira como una rueda viciosa y haciendo del
Perú una historia de la desgracia sin fin.
Si yo fui
víctima de la violencia, pues si lo fui de modo diferente a quienes en su piel
sintieron la falta de apoyo y la idea de terror era común denominador, pero en
mi caso la pobreza y violencia fue el no dejarme abrazar a mi primo Javier en
las navidades que siguieron al año en que murió, 1986, si mal no recuerdo. Es
que Javier no era una genio, tampoco una persona que estaba libre de
equivocación, Javier era quien simplemente me amaba por ser su primo, por ser
parte de su sangre y por que nunca hubiera deseado para mi un mundo donde prime
la intolerancia y no existe un debate alturado de ideas.
Estoy
seguro que donde este Javier o su la energía de su alma abrigará la paz con
arrepentimiento y no dejará de contar chistes o bailar cada vez que le sea
posible con cuanta doncella se cruce por su lado, por que después de todo solo
era un ser humano, que vivió y sintió diferente un mundo que cambia
constantemente. Dedicado a ti Javier Rendón Escobar, por que hasta ahora siento
tú abrazo dado en la navidad de 1983.
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