Pues ya van como cinco días sin alimentar este blog de un Guardián de Leyenda, debo de confesar que aún estoy pensando que relatar esta noche, y a quien dedicarle las siguientes líneas no se tal vez, me parece, creó que solo dejaré fluir mi corazón, en contacto con mi mente para describir una lección de esperanza y de vida.
El nombre de mi hermano es Roberto Rendón Acat, tiene dos años y medio más que yo es abogado, y es el resultado de una vida llena de estudio fue de los primeros puestos en el colegio, la universidad, y de cuanto curso se metió años después de salir de las aulas de San Marcos, es también un hincha incorregible de Alianza Lima, algunos destacan su nobleza, pero yo destaco su corazón y capacidad de enmienda cuando comete un error.
Es mi hermano mayor quien siempre me inspiró de manera diferente a mi padre seguir una vida llena de valores, pero yo en mis años de estudiante no lo seguía como debiese por conflictos y dolores existenciales. Recuerdo que hasta los 8 años repetía todo lo que él, tal cual disco rayado, y caía bomba a cuanto nuevo amigo conocíamos en las reuniones donde mis padres nos solían llevar.
La primera vez que pise un estadio fue de su mano, y llevados por nuestro amigo Eusebio que nos vio nacer en esta casa de avenida Higuereta, así como también fue de la mano de ambos que por última vez visite el Parque de las Leyendas, allá por finales de los 80 o principios de los 90. Mi afición al fútbol también empezó por él, y debo de confesar que parte de mi hinchaje por Cristal, fue por ser diferente a las personas con las cuales Robertito se topado en la popular.
Es el primero de mi familia en llegar a un lugar y el último en irse, así como también la única persona que añora sus años de baile en el ya olvidado Break de la avenida Arequipa. Sí me preguntan por mi hermano debo de decir es un ejemplo, pero así como persona ejemplar, también tiene defectos y uno de ellos es que muy dormilón, y así sean las 3 AM espera una combi para regresar a mi casa luego de sus largas jornadas de trabajo.
Sí pues mi hermano el también doctor Rendón, aquel que viste camisetas de fútbol los sábados por las noches en las pistas de baile, aquel que ama la salsa, y con la misma pasión coge su maleta para recorrer el Perú en un feriado largo. Aquel quien también nunca me prestará un sol por que para misio, y sí las persona honradas como él, prefieren caminar tres distritos por un plato de comida, o tomar un bus antes que aceptar una “seudo cortesía”, que lo podría envolver en algo que siempre detestó: La mentira.
Qué puedo decirles de mi hermano? Ah hay algo tiene espíritu de emprendedor desde muy niño, una vez cuando no pasaba los 12 años en Arequipa se apareció por el trabajo de mi tía Ibetta, cuando mis tíos Aníbal, y Jacinta se encontraban desesperados pues el niño que los visitaba se había “extraviado”, en la Ciudad Blanca, pero él no se perdió solo que extrañaba a nuestra consentidora tía Ibetta, y quiso visitarla. Con eso les digo todo, es un explorador por naturaleza.
Sí fue capaz de llegar hasta Ecuador, y Bolivia en bus solo por ver a su Alianza Lima en una Copa Libertadores entonces puede llegar a Groenlandia en un barco de carga, pero claro esta para ello tendría que haber un partido de los blanquiazules en la isla más grande del mundo.
Tiene 37 años, y sabe combinar una vida de profesional responsable con su afición futbolera, salsera, y buen diente. Solo espero un día se anime a darme un sobrino, así como también pueda darme la felicidad de verlo gritando de emoción un gol de sus ídolos el Nene Cubillas, o Pitín Zegarra en un clásico marters.
La verdad si me preguntan por mi hermano, debo de decir que hace muchos años no hablo como él como me gustaría, pero me siento muy orgulloso de los valores con que enfrenta la vida a diario. Te amo Robertito.
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