Bueno esta noche quiero dormir temprano, por lo menos antes de las 4: 30 am, pero necesito escribir para estar tranquilo con mi conciencia, la verdad no se que tema me viene a la mente aunque hay un punto que desde el sábado estoy tratando de plasmar en palabras para entenderme más a mi mismo, y poder tomar una brújula que defina mi rumbo de vida.
En este blog empecé comentando mis frustraciones, así como hable de mis padres mis amigos, mi amada Mei-Ling, hablé de una coyuntura ocasionada por las comidas peruanas, así como también de Marta Avellaira mi mamá chilena, pero hoy quiero hablar de alguien a quien conocí más cuando era niño, a pesar que este personaje del cual pararé a comentar me conoció desde que nací, y nunca me negó un lugar en su mesa, o en su hogar, a pesar de haber sido solo un ave golondrina en su vida.
Me refiero a mi tío político Augusto Rodríguez, quien falleció hace dos o tres días, es mi tío puesto que se casó con tía Rosa Koch, hermana de mi abuela materna Luzmila, y quien fue padre de mis recordados y extrañados tíos Augusto, Rosa, Marta, Cuco, e Inés.
Por que hablar de mi tío Augusto? Me preguntaran quienes lean este blog y sean de mi familia por el lado de los Koch Prattes, pues es cierto que hace 12 años deje de verlo, es más la última vez que lo vi fue en su casa de Huaral, comiendo arroz con huevo frito, y con un mango de postre. Esto pasó a finales de noviembre del 2000 cuando fui a aquel pueblo al norte de Lima por un tema personal, y quise pasar a saludar así como a gorrear el almuerzo, puesto que mí tía Rosa siempre me mostró su aprecio de tía-abuela, y sus palabras siempre fueron un canto a la búsqueda de soluciones optimistas, al igual que el tío Augusto.
Es cierto este post seguramente no tendrá la cantidad de caracteres de mis post anteriores, y es que la verdad conocí muy poco a mi tío Augusto, pero sabrán que señor para más feliz era compartiendo la mesa con su familia, y como llamada todos por su nombre, y les invitada la mejor fruta de su chacra para que se sintieran como en su propia casa.
La verdad no se mucho sobre la vida de mi tío Augusto, pero si recuerdo que una vez me dijo que se dispondría a preparar el campo para el riego de madrugada, y que pasaría cultivar ciruelas, por que en cada momento que hable con el respiraba por su amor al campo, así como por su esposa e hijos.
También debo decir que siempre mostró un especial cariño por mis abuelos Luzmila, y Rosendo, y que alguna vez lo vi jugar cartas en la mesa de su cocina con todos sus seres queridos, y si le tocaba perder lo tomaba como parte del juego sin quejarse.
Era lindo ir de niño a su chacra y jugar a sacar agua del pozo, así como iluminarse con velas, y darle de comer a los carneros escuchando el “me” característico de estos animales.
No conocí mucho a mi tío Augusto, pero si puedo decir que para él nunca fui el hijo de Ana María o el nieto de su cuñada Luzmila, para él siempre fui Vladimir, aquella persona que adoraba ensuciarse las manos comiendo mangos, y empanzarse con cada fruta de aquella chacra ubicada en la Esperanza Baja.
Valgan verdades de mis tíos maternos se muy poco, y mucho más poco de la familia de mi abuela Luzmila, pero sí alguien me valoro por ser Vladimir, y nunca olvido mi nombre, así me halla dejado de ver por años fue mi tío político Augusto Rodríguez, con quien algún día volveré a compartir un mango en la puerta del cielo.
Descansa en paz tío Augusto.
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