Buenas
noches, días, madrugadas y horas de profundos pensamientos impuros soñadores de
la justicia, no sé que puedo decir hoy sobre mi o tal vez ir a un paso de ti,
si de ti que estas en la pantalla de un Smartphone buscando pokemones, si pokemones
de reyes y elfos que están a su alrededor, no somos pues obras de dioses o
enviados de demonios, somos humanos, con pigmentos de color que nos hacen
visibles príncipes de una necesidad entendida, como trabajo y sobrevivencia, no
soy un orador, tampoco un escriba, soy como tú o como yo un humano de reciclaje
de alma y estirpe de fogata que dio en el mundo cruel, tejido adiposo y caminatas de llovizna para acoger el sumo
hecho de crecer.
Venimos del
cielo, para terminar entre la tierra y las cenizas, somos pues científicos
inertes en un lugar sin vida, donde soñamos y jugamos para creer lo que no
somos. Si humanos, aquellos que vinieron del linaje de Adam y fueron atraídos
por Eva a un Edén siniestro.
Si estamos
en la nueva ilustración, recordemos que aquí la revolución es sintética y
digital, no es así como podemos llevar una cruz que en tierra es una espada
llamada a levantarse como el Armagedón y luego el faro de la esperanza,
griegos, antes Esparta, luego romanos, pero entendimos lo que podrían llegar a
ser gálatas y telosinenses, si vinimos de un creador, ese creador que se golpea
en el pecho y grito por montones las lagrimas derramadas por sus hijos y
bastardos, en batalla, es pues el mundo que gira en un juego de roles,
calabozos y dragones ocultos en el día del fantasma y la noche de la vida.
PD: Dedicado
a los cuentos chinos de papá.