domingo, 14 de febrero de 2016

Plagio de estreno para la pc

Otra vez Soñadores de la Justicia de amores y romances rotos se ha escrito bastante poco, o tal vez se escribió la historia con final al revés, es que bueno al final el matrimonio es el final feliz de la novela mexicana, brasileña, venezolana, turca, pero no recuerdo ello en la tv argentina, así que se cumple la regla de la excepción.

Bueno si, hay quienes somos rebeldes ante lo que no parece o no creemos, hay quienes somos de rojo y blanco, para poner eso que ponen los hombres y sacan a relucir las mujeres, para defender a la familia (padres, hijos, abuelos, nietos, sobrinos y afines). Si me hablan de literatura, la verdad de eso no sé, si me hablan de escribir como relámpago ante la mirada de la noche, eso es más cerca a la verdad de quien soy yo.

Vladimir, es mi nombre, “soy el que soy” y no joder porque no soy usted, señor, pienso, actúo y creo en formación que producto de un clon no puedo ser, si de plagio hablas, jode a quien pasó de grado en el colegio con el “acordeón o el comprimido”, ese comprimido que vendían en Minerva (hoy Tai Loy).

Es que si como peruano, debo admitir que el plagio es un “ego” del cual sacamos pecho cuando nos lleva para arriba, no hay que negarlo, tan solo retrocedamos en el tiempo y recordemos Once, conducido por Eddie Fleischman, Gonzalo Núñez, Diego Rebagliati (en alternancia) y dirigido por Umberto Jara (sorry en este caso es Umberto y no Humberto, es que la “H” es muda y aguante todo, menos el acento en la “í”).

Si voy más atrás a 1999 debo de decir que en Perú el original, casi nunca pega, sino recuerden o saquen de una videoteca al “Cuarto de Juan”, tres conductores clown, uno egresado de la escuela de cine de San Antonio de los Baños (en Cuba), tenías las profecías de “Nos Cagamus” y solo tres emisiones duró, en tres lunes de verano de 11 a 12 PM, era Frecuencia Latina, quien lo transmitía (hoy Latina).

Si, pero qué pega en este país sino es la copia, el Tribunal Constitucional, es hasta lo que entiendo la replica de la Corte de Cádiz, Tupác Amaru es un símil de William Wallace, recuerdan Corazón Valiente, con   Mel Gibson, ganó el Oscar y era laureada los días en que Cristal empató a tres Peñarol, en la Copa Libertadores de 1995, entonces otro héroe que pasó al día siguiente al anonimato salió Ricardo Zegarra, los celestes lo sacaron de Defensor y dos goles metió (revisar El Bocón de la época).

Es que plagio es que el armamos, nos acogemos y nos aferramos, Natacha, era la Galleguita, que fue traída por don Genaro y don Alberto Terry le puso un nombre más al gusto del Perú.

Plagio según el diccionario es; copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. A ver revisemos cuan plageros somos; guardando distancias Ollantay u Ollántay, puede ser “Caballo de Troya”, La Fuerza (que pasara sin recordación por Panamericana) en el 2011, era Los Magníficos, en su versión miyashirana.

Jaime Bayly, es una buena versión peruana y ahora gringa de Miami, forjada en Santo Domingo de lo que el periodista peruano, no debe preguntar a un candidato cuando se habla de salud mental.

Pero el plagio, no es peruano antes muchos siglos atrás el dios romano Júpiter, era el Zeus de los griegos y nuestra Biblia, con salmos incluídos son los papiros escritos por personas diferentes (de cientos a miles tal vez), que hoy en día serian los blogueros que transmitían la información que las fuentes oficiales (Fariseos y compañía), no te iban a dar a conocer.

Es que al final el plagio, se puede reducir a tan solo la existencia del ser humano que copiamos, todo y cuanto se pueda, como película podemos vender en un disco en El 
Hueco o Las Malvinas.

No es cherry, pero por donde yo camino a diario, tres dvd por cinco soles y de estreno, para la pc.


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