Soñadores
de la Justicia, buenas tardes a telón abierto el teatro y la imaginación juegan
su partido en un espacio virtual, donde las ideas se combaten con selfies y se disimulan
con “troles”.
Si
es cierto, es hoy una nueva república donde gobierna la anarquía, donde el
control lo tiene quien no ponga un “like”, con el cual valida o una gran obra o
un gran insulto.
Hoy
en domingo de tarde y salida de cine, recuerdo por un segundo la avenida
Brasil, no la serie carioca ojo, sino la avenida Brasil que encaja el Cercado
de Lima, Breña, Jesús María, Magdalena y desemboca en el mar ante la mirada de
una virgen.
Allí
en esa avenida estaba o está María Auxiliadora, la iglesia donde mi “meme” (mi
abuela materna) me llevaba de la mano cada domingo de los años 80, cuando me quedaba
a dormir en el departamento 201 de la cuadra de la avenida Garzón, a escuchar
la misa y a comer salchipapa.
Nací en 1977, no sé porque algunos dicen que
soy “muchacho” con 38 años, cumplo 39 y no tengo hijos, no soy soltero, no soy
maduro (dicen por joder los que llevan el sello de mi tío materno), soltero
codiciado menos, hombre con abdomen prominente si, si eso soy, tengo una novia
que coge mi mano y aunque pequé en esta vida, nunca me dejó (Dios hace por algo
las cosas dicen).
Es
confuso el recuerdo de la infancia en Jesús María, muy poco me quedaba a
dormir, iba con Shigue a jugar al Campo de Marte, tenía su pistola que
proyectaba la película de “San Kuo Kai", pero claro a don Carlos, ese
recuerdo le importa un carajo y dice que escribo cursi y huevadas, si pues a
ese señor de cigarro premier y que la queja a sus sobrinos, en la punta de la
lengua, solo le gusta decir la “verdad”, que hiere, pero no alienta.
Alguna
vez, me dijeron no hagas caso “muy pesuñento” es Carlos, si pues me lo dijo
otro “pesuñento”, don Alejandro, que cuando hablaba del fútbol en 1989, te
levantaba la “mano” y gritaba “Huaral” (ese campeón el equipo del norte chico).
Carlos,
era o es diferente tiene la joya de la familia en la sala del departamento que
ocupa, o bueno más de una joya, un reloj que de la mano de un Acat y su
descendencia no puede salir y dos muñecos de niños suizos, que yo ponía en una
tabla y bajaban caminando al piso de parquet que hoy ya no debe existir en la
cuadra cinco de Garzón, pero si de un legado, no puede desvincularse un Acat, o
un Koch de la línea de Rosendo o Luzmila es aquel que nace de un corazón puro y
unido en santo matrimonio de don Koc Kec Ka o de Agnes Prattes, uno vivía del
comercio y jugaba Ma-Jo y la otra educó a la enfermera y madre de una legión de
tantos hijos como sobrinos que se llamó Luzmila Koch Prattes, era mi abuela y
mi mamá ojos celestes no le sacó.
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