domingo, 14 de febrero de 2016

Avenidas de la familia en Lima y Huaral abierto

Soñadores de la Justicia, buenas tardes a telón abierto el teatro y la imaginación juegan su partido en un espacio virtual, donde las ideas se combaten con selfies y se disimulan con “troles”.

Si es cierto, es hoy una nueva república donde gobierna la anarquía, donde el control lo tiene quien no ponga un “like”, con el cual valida o una gran obra o un gran insulto.

Hoy en domingo de tarde y salida de cine, recuerdo por un segundo la avenida Brasil, no la serie carioca ojo, sino la avenida Brasil que encaja el Cercado de Lima, Breña, Jesús María, Magdalena y desemboca en el mar ante la mirada de una virgen.

Allí en esa avenida estaba o está María Auxiliadora, la iglesia donde mi “meme” (mi abuela materna) me llevaba de la mano cada domingo de los años 80, cuando me quedaba a dormir en el departamento 201 de la cuadra de la avenida Garzón, a escuchar la misa y a comer salchipapa.

Nací en 1977, no sé porque algunos dicen que soy “muchacho” con 38 años, cumplo 39 y no tengo hijos, no soy soltero, no soy maduro (dicen por joder los que llevan el sello de mi tío materno), soltero codiciado menos, hombre con abdomen prominente si, si eso soy, tengo una novia que coge mi mano y aunque pequé en esta vida, nunca me dejó (Dios hace por algo las cosas dicen).

Es confuso el recuerdo de la infancia en Jesús María, muy poco me quedaba a dormir, iba con Shigue a jugar al Campo de Marte, tenía su pistola que proyectaba la película de “San Kuo Kai", pero claro a don Carlos, ese recuerdo le importa un carajo y dice que escribo cursi y huevadas, si pues a ese señor de cigarro premier y que la queja a sus sobrinos, en la punta de la lengua, solo le gusta decir la “verdad”, que hiere, pero no alienta.

Alguna vez, me dijeron no hagas caso “muy pesuñento” es Carlos, si pues me lo dijo otro “pesuñento”, don Alejandro, que cuando hablaba del fútbol en 1989, te levantaba la “mano” y gritaba “Huaral” (ese campeón el equipo del norte chico).

Carlos, era o es diferente tiene la joya de la familia en la sala del departamento que ocupa, o bueno más de una joya, un reloj que de la mano de un Acat y su descendencia no puede salir y dos muñecos de niños suizos, que yo ponía en una tabla y bajaban caminando al piso de parquet que hoy ya no debe existir en la cuadra cinco de Garzón, pero si de un legado, no puede desvincularse un Acat, o un Koch de la línea de Rosendo o Luzmila es aquel que nace de un corazón puro y unido en santo matrimonio de don Koc Kec Ka o de Agnes Prattes, uno vivía del comercio y jugaba Ma-Jo y la otra educó a la enfermera y madre de una legión de tantos hijos como sobrinos que se llamó Luzmila Koch Prattes, era mi abuela y mi mamá ojos celestes no le sacó.



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