sábado, 23 de mayo de 2015

Carta a los Soñadores de la Justicia: “Yo soy el que soy”, no lo sé



Bueno ahora si soñadores, un post más acorde conmigo ha sido una experiencia rara o tal vez religiosa, no sé, estos tres últimos meses, agradezco a quienes, no lo sé, no quieren mencione sus nombres (me invento yo), pero lo llamaré como ellos se llaman asimismos: “Lúcidos”.

Fueron cinco primeros meses (del 2015) no lo sé, si, voy a decir complicados por todo lo generado, no creo que deba pedir una disculpa y menos un perdón en la extensión propia de la palabra, pero si rememoro el cine peruano, escaso dicho sea de paso de los 80 cuando “Juliana” (no la Oxenford, por se acaso), sino la que le siguió en carrera a Gregorio, se miraba al espejo en un lugar tal cual Afganistán, donde los niños comían “Muy Muy en sopa”, ella decía: “Soy fea, no yo soy como soy” y si los peruanos, somos como somos, o los seres humanos que hacemos saber nuestros propios sentimientos y emociones en un momento, donde el sol agota el cerebro, tanto como lo congela un invierno de Bagdad, donde la esperanza parece agotarse en los cuentos de Simbad.

Es que si Simbad, llamaba a Bagdad, “la ciudad de la paz”, era un marinero o aventurero que navega en el misterio del sobrevivirás mañana?, él junto a un pelotón relatado por Scheherezade hace dormir a quien se impone ella como futuro esposo a base de fantasías, incluso es así para la mitología del Medio Oriente, es nada más que cuentos de adolescentes, porque Las Mil y una noches, no es un libro de niños, allá los que se hayan quedado en Ali Baba y los 40 ladrones, habrá que repasar la lectura, de ascendencia árabe.

Pero regreso a los Lucidos, nuevos amigos que he conocido, es complicado para mi no aprender de ellos, aunque son menores que yo, tienen un “don” especial que enseñarme y sino fuera por los accidentes de la vida, yo hubiera nacido en la misma tierra de su director, pero eso ya es un cuento aparte, por que en realidad es raro, reencontrarse con uno y vivir como casi cuarentón, por que no regalo mis 37 (con un poco más) y no acepto descuentos en edad, no los regalo, ni los vendo. 

Vuelvo a la idea y resumo, no es fácil reconectar emocionalmente con uno, cuando crees que el fin de un trabajo, es el fin de tú vida, tal vez, creo yo ahora es la oportunidad exacta que Dios te pone para volver a la raíz y mejorarla, no es que sea muy diferente (al del 2014 o 1995), no es que sea muy maduro, es que aprendo de los mismos errores de los cuales debí aprender, como 20 años atrás, pero entonces la percepción de la conciencia y la realidad de un entorno era otra.

Corría 1995, en un verano de academia Trilce de la avenida Arequipa cuando sabía que dicha vía la vería muchos más  y si es cierto muchos años más, pero ahora que la veo menos, siento que la libertad, me es más asequible a mí, es no sé, tal vez el aire chalaco o de Cieneguilla sea siempre mejor, el miraflorino, que para mi solo es para ir por un malecón, pensando con chicha en la mano.

Así el aire que cambia, al saber que no eres un extraño, sino una persona que retornaba así, para encontrar la libertad ansiada, me hizo un ser humano, que por lo menos sabe que recibir la patada de la vida y revivir la inspiración del Gaby Milito de Independiente en el 2002, para saber que la entereza ante un problema de doble sentido en mi interior es lo que te hace marcar la diferencia con respecto al ayer, o dicho sea para el Lúcido director una experiencia con elegancia de Ugarte del Pino o Bakula de embajador.

No soy escritor, no soy vagabundo, soy periodista caminante, reportero frustrado y oidor sin chisme de boca a boca, soy un ser humano, solo eso, soy no sé dígalo usted, que tal vez ya me sentenció o me tiró etiqueta sobre mi cabeza, no soy usted, no soy quien creo yo, “Soy el que Soy”, si resumo la escena en que Moisés la pregunta a Dios: “y nombre quien le digo al emperador de Egipto que voy”.

Es lo que más complicado de vivir, es aceptar que mi vida cambió, no lo sé, si una familia Lucidez, pero a los lúcidos hoy me debo, porque para bien la vida te enseña lo que en una lección de adolescencia nunca pudiste aprender, eso se llama academia, señor: Buenas noches Soñadores de la Justicia, gracias lúcidos por favor, no compartan el saludo fuera de casa, que me quedo con ustedes, luego de un lavado de conciencia.

  

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