domingo, 3 de mayo de 2015

Democracia para la felicidad: una semana del Día de la Madre, por Ana María Acat Koch

Soñadores de la justicia es domingo, el primer domingo de mayo en una semana será el Día de la Madre en Perú aunque en Panamá y El Salvador se festeje mucho más adelante, hoy es un día especial por que poco a poco estoy volviendo a soñar con la justicia, quisiera de mi madre (doña Ana María) diga sin vergüenza que me ama y que está orgullosa de mi, como su padre y su madre estuvieron orgullosos de ella al hacer cada peinado en una improvisada peluquería de mi abuela en el segundo piso de un departamento de la avenida Garzón, allí en un lugar cuya ventana daba directo a la puerta de la Casa del Freno, eran otros años, otra Lima, otro mundo.

Tal vez mi madre sea de quienes más me quieran, la que nunca más dirá, a no ser por el día que nací y me tuvo entre sus brazos mientras mi padre iba con un bombero a apagar el incendio en una oficina del sexto piso del jirón Contumaza, provocado por una cafetera que por accidente se quedó encendida.

Mi madre es una persona extraña y no extraña, habladora, pero no chismosa, brusca, pero no grotesca, tiene clase, tiene alma de madre (que ella no reconoce a menos que grite cuando diga que no tiene un sol), es mi madre, la madre de muchos, la que lleva soluciones, pero a mi solo me entiende a punta de gritos, a mi abuela, doña Luzmila que en paz descanse, solo la entendía cuando leía el periódico en ese departamento que alquilado mi mama contuvo hasta que don Rosendo partió al cielo por que el cigarro consumió sus pulmones.

De China tiene mucho, de criolla tiene más de San Marcos tiene a mi papá y a mi hermano y de problema (que no sabe escuchar me tiene a mi), de gritona tiene lo que su familia nunca tendrá, de Leonor, Felicita, Cristina, Pepa, July, mi por su puesto de Luzmila descendientes de Agnes Prattes, no tiene la sangre China del 80 % de genes e igual por el lado de Austria, pero estoy seguro le encantaría hacer un almuerzo Balcan, en un lugar de su sala donde chismorrea con sus comadres de toda la vida: “Las Sánchez, Charo, Hugo, Nelly, Dolly, Teresa, Manolo (que está en Iquitos), y no sé cuentos más.

De mi madre estoy seguro extraña por un motivo que desconozco a López Sousa, quien como 4: 40 tenía mucho de izquierda de come pizza en Camino Real y por qué 4: 40, pues tenía 4 pelos adelante y 40 atrás, es mi madre que no puede vivir sin saber de Clara y su esposo, es mi madre Ana María, que no me necesita tanto, pero yo si a ella para ir a un consultorio de la clínica San Felipe a ver al doctor Tori, cuando con Dora íbamos con mi hermano al pediatra a ver lo que para ella era una enfermedad que se curaba con una frotación de vip vap poru o comiendo verduras.

No sé, que tambien concina mi mamá su gulash ya no lo hace mucho, su chaufa solo lo sabe gorrear de cuanto chifa de su compadre tiene, ella si me quiere lo traduce en gritos y en regalar las cosas que no son suyas, sino mías y de mi hermano, es tosca pues se crío con hortiga en mano en la viaja esperanza baja de Huaral, es mi mamá, pero en ella la democracia de la felicidad, es negarme una oportunidad de ser feliz, por qué no lo sé, solo sé que ella quiere dormir, no reconoce sus errores y lo único que le gusta de verdad, es una niña que no quiere sea su nieta, por que solo le interesa dar la muñeca que yo le rompí, por que mis frustraciones nunca las sabrá entender.


Así y todo nunca comprenderás el amor de tú hijo por su madre: doña Ana María Acat Koch…, no me sigas gritando mamá.

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