De 1 año de nacido hasta los 9 mi
mamá (doña Ana María o la doctora mejor dicho) era quien organizaba mis fiestas
de cumpleaños, recuerdo y me queda marcada como la cruz en el corazón de los
católicos al mejor payaso que mi sonrisa ha visto para que mi mente rebose de
alegría no perdida sino traída al tiempo presente: “Cucharita”, de hecho en el
Perú el 80% de los payasos se llaman “Cucharita”, pero este “Cucharita” era una
expresión del autentico arte peruano, arte circense que ya no se ve en la
avenida La Marina, ahora allí esta el Mac Donald que tomó el lugar del circo de
Kiko (último al que fui con mi prima Luciana entonces con cinco años o tal vez
seis), donde se paraba el gran circo de Tarzán (de propiedad de un mexicano)
está Plaza Vea y más allá no veo sino un Totus y un condominio que tomó el
lugar de “Te llama la llama”, la Feria del Hogar por supuesto que no es la
misma a la que hicieron en julio del 2014 en un club chorrillano, donde anoté
un gol en cancha de futbolito, porque fulbito en si no existe más que para
tomar un lugar en el diccionario de los neologismos que inventamos los
peruanos.
Era “Cucharita” el payaso preferido, era “Cucharita”
un payaso que salió del sindicato circense que mi padre asesoraba y que no
dejaban de doctorear a mi padre y mi madre, será que hace más de tres días pase
por allí y vi como esa institución de defensa de la sonrisa y el artista de
carpa, seguía existiendo, no sé si era el jirón Uruguay en un tercer piso, pero
me alegro de sobremanera que los payasos se unan con los trapecistas y
domadores de leones en un concepto que no debe ser perdido para alimentar la
esperanza de un pueblo, una ciudad, un país y un niño habido de la alegría de
la fe: el sindicato.
Pero este 2015 el concepto o nombre emblemático
de cucharita está en camino (me parece a mí) a una extinción sin medida por un
concepto grotescamente doble filo o de culo de dos cachetes bañada con mucha
leche de tigre (disculpen la expresión): “los pulpines”.
Esa bendita ley de empleo juvenil,
que disculpen la expresión, solo podría aplicarse en una mente que no conoce
estado de derecho o no tiene dos dedos de frente a la realidad de su
aplicación.
Me pregunto yo que risa le causa a un
político que voto
como autómata de Basic ONE o D.O.S (esos sistemas de computer
comodore de los años 80 donde jugué Montezuma) por dicha ley llegada desde un
libro escrito por dos buenos economistas de la Pacífico como son Piero Ghezzi y
José Gallardo Ku, en su obra cumbre “¿Qué se puede hacer con el Perú?", bien
decía mi abuelo un periodista, no será jamás un policía y viceversa.
Los Pulpines, son un invento
marketero del siglo XXI para obtener la radiografía caricaturesca de lo que es
el Estado en su forma de malagua saca roncha, por qué?
Para mí es tan simple
explicarlo como libro de Baldor con resultados en las páginas finales, puesto
que los “pulpines” es un nuevo nombre para una receta tan vieja como los
recuerdos de la Francia revolucionaria en la toma de la Bastilla.
Es fácil “los pulpines” a partir de
la partida de nacimiento en su ley más carnosa será una clase trabajadora
ausente de garantías para formar una familia, fomentar una carrera, hacer una
empresa con mística y hermandad, aquella mística y hermandad, que formaron la
América Latina que soñaban Bolívar en su forma liberal y San Martín en su
concepto monárquico de República, con reino de Castilla, con Madrid como eje
político, más Barcelona como epicentro comercial y aquí estamos todos locos…
Un pulpin será aquel que se una a la
clase trabajadora de corta de vida, es decir harán trabajadores desechables
como cubierto de parrillada, por que cada cinco años en que duré la norma
tendremos alimentado al cuy y luego a chactarlo, cómo simple, le doy vuelta
atrás de la puerta, es así como funciona el Perú del empresariado con terratenientes
o capataces a la cabeza, es así como funcionaba el Perú virreinal donde si
quería un privilegio o jurabas lealtad a España o jurabas lealtad al oro que te
robaban y veías salir por el puerto donde no se vio piratas con bandera de
calavera: el Callao, no es mentira vean lo invisible ahora, un “pulpin” es
producto de la sociedad de consumo y del Burger King que mata el hambre, pero
no nutre al ser humano por dentro.
Mucho adjetivo, tal vez, pero alguien
por experiencia propia me puede demostrar lo contrario?
Tal vez un empresario si, basta ver
la serie Gigantes de la Industria de un canal de cable especializado en
historia.
Un pulpin se volverá en una bomba de
tiempo con retrocarga, que irá en contra de la clase política que debe de velar
por el Estado de Derecho, qué hacemos con trabajadores reciclables, nada, solo
crear un país sin esperanza o alegría en el alma, aquella que mi padre y mi
madre traían a mi hogar cada 11 de septiembre hasta los 9 años con payaso “Cucharita”
de la mano.
Te quiero viejo, pero no te duermas cuando un beso de esperanza de
ti necesito, para conservarme estable en mi chamba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario