La famosa
frase “economía emergente” ya me tiene hasta el rábano que no se volverá a
comprar en La Parada, pues es La Parada un lugar que solo podría resucitar, sin
hechos mal olientes de autoridades incapaces.
¿Qué es La
Parada? Pues La Parada no es sino un lugar que represente el espíritu de lucha
y tesón de los peruanos, la frase economía emergente, no es igual a orden y
menos a desarrollo social, emergente es eso, emergente salir de entre los de
abajo para codearse con los de arriba.
No puedo
estar de acuerdo con la señora Villarán en la forma usó para desalojar a los
comerciantes, pero si he de decir que esta ha sido tan prepotente y mezquina
con un Perú o limeño de a píe como el usado por las mineras con las comunidades
indígenas del denominado por todos Perú Profundo, aquel Perú de todas las
sangres de las cuales hablaba Arguedas, no somos sino un país de una cultura
del desorden y que no se desea llevar al orden por un tema de cuidar el Estado
constitucionalmente, que es el Estado sino la mezcla de territorio, población y
economía con educación de emergente, ya no orden económico, sino orden de
respeto cultural.
La cultura
es un tema del día tras día, que no me hablen de honradez y respeto a los
derechos humanos a quienes te roban la casa heredada de tus abuelos con un tráiler,
es como buscar un voto usando un tractor, no que eran diferentes, no que eran
gente de izquierda que gobernada para el pueblo, por el pueblo, no son más que
lo mismo.
Son tal cual
Castilla y Pierola, luchando contra Cáceres, es que La Parada no sino peruano
luchando contra Perú.
El peruano
de a píe no necesitaba tarjeta ripley o saga, no necesitaba sino su periódico y
su combi reclamona pidiendo chepi bola, para salvaguardar mi vida.
Es el Perú
emergente, que está allí vivo, que no necesita espacios de cultura que de esos
ya tenemos bastantes, sino necesitamos espacios de vida, donde la idiosincrasia
del Perú no se vea mancillada por una aptitud de palo rígido que se rompe al
golpe y te corrompe, han sido más de 50 años con Parada y paraditas, más
pataditas que se volvieron un corrosor de un lugar donde parar y comprar era
tan fácil como ir a Gamarra y comprar ropa de colegio, no es que La Parada haya
sido perfecta, pero era una buena idea en un mundo donde ser indiferente, es
tal cual regalar pan con chocolate en Navidad y luego pasarte la factura de
dentista, en lugar de mejor no educarte para cuidar tus dientes.
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