miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Por qué detesto el comunismo?


Palabras de un hijo ante la falta de abrazos de sus padres

Que complicado escribir esto sobre mi papá y mi mamá cuando soy un confeso amante de ellos, tal cual como velador de sus principios y valores, que en contraste con mi amor también tengo rechazo ante su forma política y geopolítica de ver la vida entorno a su familia, en especial a su hijo problema (yo).

Por qué detesto el comunismo? Buena pregunta, ante todo decir que mi padre es una persona de izquierda como mi madre, es más fue la promoción de mi madre la que tuvo la loca y para mi estúpida idea de poner en San Marcos la estatua de un terrorista como el Che Guevara, felizmente en eso mi papá si tuvo coherencia y cuando fue autoridad de San Marcos aprobó de inmediato su expectoración de la puerta de la facultad de Derecho, la verdad que mi mamá es muy buena, pero hecho más aberrante no le pude haber escuchado.

Buenoooooo mi papá es un confeso admirador del milagro económico chino, es tan chino que lo único que no hace es fumar como chino en quiebra, por que hasta se viste como chino chifero, al usar pantalón negro, zapatos negros, medias negras y camisa que gran sensación de calor producen en está época de inicios de año, además ahorra como chino, para vivir como cubano al comer arroz con fréjoles, tomar solamente agua helada y decirme que si no fuera por mi él hubiera tenido más oportunidades de sobresalir en la vida, es que como buen amigo de Cuba mi papá usaba guayaberas en los años 80, principios de los 90 y se queja de su suerte al sentirse solo ante el mundo, tal cual cubano que lleva el apelativo de “tubo”, como los que viven en Miami, pero mi papá detesta la hamburguesa porque ama el arroz, el wantan y los tallarines disfrutados con palitos chinos.

Es mi papá un ejemplo, pues si y mi mamá también, pero tienen un pequeño gran defecto, creen que su familia y en especial yo tienen todos los deberes, pero ningún derecho, ah tal vez si tengan algún derecho a trabajar sin cobrar, y vivir de la suplica, así me lo enseñaron, así me lo refriegan en la cara, cuando me dicen “yo camino tres distritos por 50 soles y no tomo ni media Coca Cola, por darte a ti un almuerzo”, no les digo que les encanta hacerme sentir mal.

Con el pasar de los años mi papá y mi mamá se volvieron de amantes a padres y de padres a socios en su proyecto de vida, que fue el que no les falte nada a su familia, pero el precio a pagar para ellos fue ínfimo y para mi muy caro, tal es la cantidad que me moriré y tal vez mi hijo y mis nietos no terminen de pagarla, saben cual fue el precio pues negarme sus abrazos y sus besos, negarme apapacharme cuando tengo un problema, hasta ahora no recuerdo la última vez que me abrazaron con el calor de su alma, tal vez por que cuando paso no tenía ni uso de razón, ni de memoria tal vez por que fue el 11 de septiembre de 1977 cuando nací en ex Hospital del Empleado, pero como siempre aquella fecha mi papá tuvo algo más importante que hacer por lo cual el abrazo debió de durar casi nada y mi mamá estoy seguro se fue a dormir, como siempre hace cuando dan las 9 pm, olvidándose del mundo y sobre todo del teléfono.

La urgencia de mi papá aquel día fue el incendio de su oficina o su antigua oficina que malbarate en mi arranque de frustrante vida, que hasta ahora mi papá no me perdona y solo sabe enrostrarme como si hubiera matado parte de su alma, es que si mato parte de su alma a diario, al no tener paciencia con mis problemas de los cuales el suma quejas, pero no soluciones a menos que le de un arranque de rabia, para destrozar aún más mi alma con su dolor de billetera, puesto que esta acaba en cero luego de auxiliarme, y que hago? Yo solo sigo sus ejemplos y los de mi mamá, los cuales he visto desde los 6 años, cuando ellos solos salvan al mundo de cuanta catástrofe nuclear se pose sobre la tierra.

Es complicado hablar de tú papá y tú mamá cuando sabes que son un ejemplo, pero así como son ejemplo te negaron los abrazos, los besos y los halagos reemplazados en mi por un sentimiento de culpa hacía ellos y el mundo por fallar tanto, y saber que pese a todo no serás tan bueno como ellos a menos que claro te niegues de todos los gustos y placeres de la vida por dárselos a otros en tú amor dadivoso, por evitar que otros (sobre todo desconocidos) sufran como tú.

De hecho mi papá si tuvo un gozo de niño, antes de ser un hombre de izquierda comprometido con el mundo, pero no con él mismo al negarse de todo lo bueno que en vida merece, ese gusto fue el sacarle las pulgas a su gato en la tienda de abarrotes que mis abuelos tenían en la Calle Nueva del centro de Arequipa, para luego tirarlas en el domingo de cine al público que iba a ver una cinta de aventuras al estilo viejo oeste, en una sala bien bacán, para la época. Su gozo era ver como todos se rascaban sin saber de donde venían las pulgas.

Eso debió de pasar por los años 40 o 50, cuando en Huaral mi madre recibía las primeras naranjas de la manos de mi abuela Luzmila y probaba la comida china de la calle Capón, en aquella época ambos jamás imaginaron que se conocerían, es más ni siquiera sabían de su existencia, pero ya empezaban a amar el mundo como si fueran padre y madre para ellos dos.

Digo esto por que el primero (mi papá) hacía el mercado con su abuela Raquel, aprendiendo el arte del regateo por menudeo, además de hacer caretas con papel periódico y luego lustre para vender en los carnavales de Arequipa, mientras estudiaba en el viejo y emblemático colegio Independencia de la Ciudad Blanca, aquella que don Roberto añora, pero solo le produce nostalgia cuando habla de la revolución y las marchas de los años 50, cuando gobernaba el Perú el general Odría.

Mientras ello pasaba en Arequipa, mi mamá en Huaral trabajaba de la mano con mi abuela y su única diversión era jugarse a darse de ortigazos con su amigo Carlos Fukuda, para luego tomar y lavarse con el agua de acequia e irse a dormir para volver a despertarse con el gallo madrugador de la chacra y volver al ruedo del trabajo con una mandarina o lomo saltado de desayuno, según hubiera dinero en la casa con la venta del día anterior, luego de algunos años para ella (mi mamá) habría que peinar a señoras de raza y abolengo de Jesús María de 6 am a 8 am, esto a sus 13 o 14 años, será por ello que le gusta gozar sufriendo sin derecho a infancia o adolescencia sin gozo y sin risa de haber.

Así un día ellos se conocieron en las aulas de San Marcos uno era profesor, la otra alumna, él quería ser un luchador por sus ideales de justicia, ella seguro que también, pero se olvidaron de abrazar, besar, de decir te amo, de decirle a sus hijos que merecen el oro y el moro del mundo, se olvidaron que sus hijos tenían derecho a la ternura imponiéndoles paradigmas o premisas que para tener hay que sufrir, sudar, caminar y no tomar agua o descanso en el camino, será por eso que su comunista forma de pensar me dio jueces con sentencia redactada, en lugar de padres, me dio deberes que cumplir, pero no derecho que reclamar, si lo hacía simplemente era etiquetado como dirigente sindical o sujeto en palabras de mi padre, castigado con el jebe de un zapato chino o la indiferencia de ver como ella abraza a una niña por la frustración no haber tenido una hija mujer con la cual jugar a las muñecas luego de una jornada dura de trabajo, pero si le di un derecho a ella, el quejarse por el mal comportamiento de su hijo y hacerme sentir culpable cuando volvía a casa pidiendo 10 soles para pagar mi taxi a las 3 am cuando regresaba de trabajar y por supuesto le di a mi papá la corona de ser un hombre entregado al sacrificio sin goce de vida a sus ya casi 80 años, de los cuales el 99.9% han sido dedicados a trabajar sin descanso, por que para él la justicia y el merecimiento no merecen sonrisas ni abrazos, es por eso que no quiero ser comunista como él o ella por que yo si les quiero dar un abrazo diario, quiero apapacharlos así me refrieguen que soy un meloso, pero solo soy un derechista que ama al mundo, pero con risas y sonrisas en el haber.

PD: Estas son las palabras de un hijo arrepentido por haberle dado sufrimiento a mis padres desde el día que nací y mas frustrante aún es saber que nunca pudiste o no puedes hacer algo por darles la vida que merecen en felicidad con ellos.

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