sábado, 22 de octubre de 2016

Chino, peruano, tusan

Hoy la historia del periodismo se escribe vía Tablet, Smartphone y se mira por Youtube. Por supuesto su agregado de Facebook y Twitter, tiene que estar. Pero qué hay más allá de esta pasión incomprensible, que genera el relleno epidérmico, tal y cual piel de chancho.
Con la pregunta encima traigo a mi mente la galería Boza (del jirón de la Unión). 

Allí un señor de chompa y lentes (así fuese verano), leía un diario  con café en mano esperando clientela para compra y venta de oro de 12, 24 y 36 (era como el rollo de cámara Kodak 110).

Erase esta historia repetida de un chino-peruano, un tusan, que a diferencia de sus antecesores de Fa-San y su hermana en Macao, respiraba por piel humo, aroma de café y no podía faltar arroz para la mesa, donde también había pan, leche, huevo y mantequilla.

Era Rosendo, aquel que quiso contarme la historia de dos chinos que jugaron en “el Alianza Lima”, más nunca lo pude atender.

Era Rosendo cuyo viaje al presente era una hora o más de lectura de política, economía, locales, provincias, deportes y aunque usted no lo crea de amenidades. ¡Carijo ese señor sabía lo que era leer!

Si era chino, camionero y no comía pan con mango de Huaral, nunca le escuché decir palabra necia en cantonés, nunca le escuche hablar mal de su cliente y nunca le escuché decir no a sus nietos y hasta ahora no se cuanto pesaba sobre él ser padre de tres Acat.

Si era Rosendo, fumador? Sí fumaba mucho menos de lo que leía y aunque no cruce grandes conversaciones con él, me queda dando botes en el área de mi memoria su paciencia vespertina, por encontrar Última Hora y repasar a los Cojudos de Sofocleto.

¿Qué será de él? (que de cojudo tenía un carajo), si está en el cielo o en la galería donde vendía y compraba oro de quilates 12, 24 o 36, hoy yo no saber. Aunque sí sabía donde estaba en los años, cuando agarraba de la mano a mi mamá.

¡Carijo, Carlos (mi hijo), como Y jo…de, este huevón!


No hay comentarios:

Publicar un comentario