Es 27 de
septiembre y hace el mismo frío que siento en la soledad de mayo (mes donde me
embarga la pena de que el verano pasó sin poder dar un paso firme al mañana),
es una tarde gris y de humedad por donde camines, es que estoy en una Lima que
se convierte de lujuriosa a pobre como una simbiosis que solo los médicos de un
desolado Larco Herrera, en noche ejército y paso hacía la avenida Brasil podrían
explicar.
Es cierto el
miedo me embarga en un mar, donde la pesca no dio rienda suelta a la
prosperidad y agua salada embravecida, simplemente dijo, aquí no es tú lugar,
hablo de mi como ciudadano del mundo, hablo de mi como un miembro de la estadística
comunitaria, donde la alegría no es más que un fugaz rayo, donde temes ser
cogido por la vorágine proletaria que solo ve a la riqueza como un artefacto de
mostrador al cual solo puedes acceder en cómodas cuentas de impagables deudas
de tarjeta de crédito o dinero plástico.
Hoy es
invierno delante de mi y el agua que espera remojando en mi té, no quiere ser absorbido
por que sabe que no escribiría si me muevo de aquí, es la Lima que mis abuelos
dejaron y que no ha cambiado, sino en su forma certera de llevar al ser humano
de raza peruana a ser un cowboy del viejo oeste, puesto que no caminas seguro
si no demuestras ser el más fuerte.
Si
entendiese la vida en el idioma de Zaratrusta, pensaría que Dios hizo el mundo
como un campo de capullos, enraizados en la vida terrenal, para no escapemos
hacía la búsqueda del universo.
No soy ´más que una oveja que camina sin pastor
creo yo, aquí y ahora que la tinta roja se apoderó de quienes somos en
realidad, no creo ser más que un alfil de anda de costado empujando a quien
quiera poner en jaque al rey, evitando el mate que te da darle la bienvenida al
ayer.
Es que hoy es domingo diría el abuelo, en el silencio del tiempo con
cigarro en mano y café conversando con un diario que solo se termina para darle
paso a un suplemento y así la cultura, se da cuenta que avanza en una escalera
cuyos peldaños anteriores se viene cayendo para reflejar que somos solo un
punto del universo y siempre quien está a tu costado tiene más valor que tú
para el resto, es así como se siente Lima, es así como se siente el Perú, donde
la inclusión se ha vuelto titular de un diario tan viejo, como agenda de una
Kitty veloz, en el dibujo de la nada y la fantasía solidaria, porque al fin y
al cabo la solidaridad es tan fantasiosa como un niño jugando en la calle a ser
goleador como Batistuta en el 91 o como Benzema hoy en día, por que si hablamos
de selección roja y blanca, allí solo basta ver que la realidad es una efigie,
que solo sobre lleva el paso el tiempo como un turista, quiere un selfie sin
saber que significa él o ello o ellas o ella, en un mundo donde la información
corre tan rápido, como el recuerdo es borrado de un ordenador, una pc, una Tablet
o un Smartphone que mañana dejará de estar de moda, para hacer largas colas y
usar ofertas amañadas que te escondan la verdad de una deuda, que nos
crucificará hasta el sin fin de cuentas, donde el recibo final, no llegará.
Así somos en
una tarde de invierno, donde lo mejor aún está por venir, son las 6: 23 PM, en
un reloj que ya no se deja sonar como campana, ahora la campana es muda y el
atrio de la catedral donde un Zavalita, se arrumaba en una conversación, sintió
el agrio sabor del desprecio al saber que las hojas de un libro, solo tienen
tinta y no historias reales que más tarde darán, origen a un sueño de un lugar
llamado deseo, donde solo existe la depresión y la angustia de quien vive
congelado en un puente donde el horizonte es tan solo, un rasgo de recuerdo que
decía a la casa del abuelo vamos, en un sábado de noche veraniega, que nunca
pensé que en primavera se festeja el invierno de un cruce de ideas que mañana,
no existirá, como hoy no existe el sentimiento de esperanza revolucionaria que
lleve al sueño que todo anhelamos, en un domingo de misa y aposento; la
felicidad de quien vive riendo en el momento, olvidando el pasado que nos
congelo por miedo o por decidía, por que pase lo que pase, reza la canción: “Dios
aquí no estas”.
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