miércoles, 4 de diciembre de 2013

Oye Roberto Rendón, a Dios quien le enseñó a ser Dios?

Hola soñadores de la justicia como están hace tiempo no escribo a esta hora y hace tiempo no me daba tiempo especial para mi, pero bueno estoy en un proceso de recuperación de una faringitis agua y para variar quien estuvo y está allí para curarme de manera invisible y sin que premio le caiga es mi papá, el primer soñador de la justicia, tal vez el único ser sobre la Tierra (por lo menos en mi Tierra conocida que no es Viraco) que aún crea en valores, devoción de fe sanmarquina y en el derecho como una forma de vida para abogar por causas justas o tal vez tan solo causas sensatas.

De hecho a mi Vladimir, hijo de Roberto Rendón Vásquez, no me enseñaron a ser hijo, a mi papá tampoco le enseñaron a ser papá, a Dios estoy seguro no le enseñaron a ser Dios (esto no es sacrilegio) es tal vez a mi manera de ver una realidad, de hecho la experiencia es la madre de todas las ciencias y esta premisa vale para todo.

Hoy por ejemplo fui al doctor por mi faringitis, me preguntó si era alérgico y le respondí que hace años a los 9 cuando me rompí la cabeza y me pusieron una vacuna contra el tetano me mencionaron era alérgico a la penicilina y de hecho revisando su vademecum me recetó un remedio sin penicilina y me dijo la “experiencia manda”.

De hecho que si la experiencia manda, pero el amor también, de hecho Dios no concedió la guerra como un fin y menos como un medio, pero el hombre la inventó y el hombre según la Biblia, está hecho a la imagen y semejanza de Dios, que quiere decir que Dios también, sin pensar en él como un científico, experimentó el amor, el dolor, el hambre la misericordia, la redención y la salvación.

Si esto no hubiera sido así Jesús no hubiera nacido en un pesebre de un lugar lejano en el mapa del antiguo mundo conocido de Egipto o Israel. Dios tuvo que experimentar lo que significa ser hijo, lo que significa el pecado, la reconciliación, el amor y por su puesto el perdón con reconciliación de uno mismo para si y el mundo que nos rodea, de no ser así las fiestas o fechas especiales en todas las religiones no tendrían mayor sentido, por que la fe si bien es cierto es un don divino de confianza no hubiera sido posible sin un Dios que lo experimentara primero para luego dárnoslo a nosotros  convertido en trabajo que genera esperanza cada día.

Escribo esto por el daño irremediable que le hice a mi padre, don Roberto Rendón Vásquez y no podré pagar en vida y menos en muerte, por ello la muerte no es una opción de vida para mi, pero para él la muerte es el lugar donde llegará sino sale a trabajar y ver ese trabajo convertido en comida diaria para su familia, la salud de su familia y el amor de quienes aunque no lo dice son única razón de vida, es decir: mi familia los Rendón-Acat.

A mi padre nadie le enseñó a ser padre, se gradúo en el  amor de mi madre, luego inicó su claustro familiar en la ya inexistente casa de mis abuelos (Roberto y Serafina) en la avenida Habich en San Martín de Porres y luego llegó a la que es hoy el único santuario de fe que tiene su corazón herido por mi, la casa que habito desde que muy bebe y desde antes que él me trajera al mundo con el amor de mi mamá.

Es que mi papá no sabe o quiere aceptar que yo, Vladimir, su segundo hijo pude haber sido la luz de sus ojos, pero luz oscura brotó de mi, al querer tan solo tratar de ser igual a él, pero no fui igual y menos mejor, tan solo me deje llevar por una inexperiencia ingrata de vida, pensando en que podría un día ser igual a él, pero integro no soy y honesto mucho menos, es que él (Roberto Rendón Vásquez), no entiende que a mi nadie me enseñó a ser hijo, nadie me enseñó a crecer, tal cual él que tampoco fue un papá perfecto, pero fue papá, sigue siendo papá y nunca dejará de ser papá, por que él no es abogado tan solo, tampoco es solo profesor, no es solo amigo o hermano, fue hijo y aprendió de un padre y una madre que eran policía y costurera junto a él, es que él si bien aprendió a ser papá con la experiencia, no comprende que en esa experiencia yo aprendí a ser hijo.

Ahora puedo entender que Dios también aprendió a ser Dios, por que Dios no es perfecto, la perfección de Dios está en la perfección de mi papá, que aprendió en la experiencia del amor familiar, aquel amor que tan solo un hombre tan renegón, responsable y amante de las letras del derecho pudo ser, por que mi papá así no lo quiera reconocer es Dios para mi familia, por que Dios fue humano en Jesús, no hizo a su imagen y semejanza y si es así entonces Dios, también aprendió a ser papá con Jesús y por ello es Dios padre todo poderoso creador de mi cielo y de mi Tierra, una tierra donde la fe un hombre cambió mi vida para bien, ese hombre es tan solo: Roberto Rendón Vásquez, señor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario