Un migrante lugar de parque y terral
La Parada es un lugar hoy en día rodeado de ambulantes que por cuestiones económicas o diversas varias (como dirían los abogados) no llegaron a ocupar un puesto en el “Gran Mercado Mayorista de Santa Anita, donde por cierto nunca se supo qué pasó con el estudio de impacto vial, realizado a inicios de la Gestión Villarán.
Dicen que los migrantes, llegan, viajan se establecen y trabajan es el caso de La Parada, donde hoy de manera paradójica dejó de haber un mercado para tirar gras sobre una extensión de grandes metros cuadrados, cabe recordar que al frente de la hoy, antigua Parada está el emporio comercial de Gamarra donde el metro cuadrado está valorizado en más de 15 mil dólares, tan caro como en las mejores calles de New York (la gran manzana norteamericana).
Prueba del inmenso valor de los terrenos de La Parada es que en Gamarra se siguen construyendo grandes galerías comerciales y donde caminar es tal cual mercado taiwanés.
Es viernes 4 de la tarde, la congestión vehicular hace que los taxicholos, las combis, las custers, los peatones, los taxis y los ambulantes se enreden en un laberinto llamado tráfico limeño, aquel tráfico que se dice está en proceso de reorganización.
Estoy caminando entre las calles de la ya dicha antigua Parada, donde el alquiler de un puesto costaba menos de 400 soles al mes y donde los comerciantes me dicen estaba pagado hasta octubre del año pasado.
Hoy los comerciantes de La Parada que no están en Santa Anita son ambulantes de papa, pimentón (también llamada paprica para la exportación), lechuga, palta y otros productos de índole perecible.
Ojo quien escribe está nota o crónica periodística no conoce a la señora Villarán, pero los comerciantes de La Parada con quienes converso recuerdan las madrugadas de marzo de este año como las noches de “Villa..arderán”.
Una vendedora de pimentón de quien no menciono su nombre por temor a que puedan tomar una represalia en contra de ella me confiesa lo siguiente:
“Era viernes salimos corriendo por la toma de La Parada, no pusimos resistencia, emergencia sanitaria decía la radio, pero yo que estuve allí vi un cuerpo inerte en el baño, luego el rumor y casi confirmada la verdad, para nosotros eran que habían habido 8 muerto, casi todos por asfixia”.
“La única verdad es que el cuerpo de quien estaba en el baño no lo volví a ver, pero eso si varios sacos con tierra (nos decían) sacaban del interior del mercado los días posteriores a lo que llamaron emergencia sanitaria”.
La verdad es que La Parada era un imán de clientes y agricultores, por cierto el día del agricultor fue el 24 de junio, y ellos (los hombres y mujeres del campo) ya no saben lo que es desembarcar alimentos en La Parada.
Según me cuentan eran 280 estibadores, de los cuales no todos fueron a Santa Anita, otros fueron a la Tierra Prometida, que según que cuenta un estibador de nombre Rufo Tadeo, en promesa se quedó y muchos se quedaron sin chamba o para mejor de las suertes (de los estibadores) con sus ingresos jornales reducidos de 70 a 35 soles y esto es, sus artefactos de trabajo no los recuperaron, luego de marzo de este año.
Podría describir La Parada como un lugar de migrantes, donde desde las alturas veo solo un puñado de pasto en un desierto de terral, protegido por la Policía Nacional y cuatro paredes que históricamente están allí, pero son 4 PM y no veo a nadie (jardinero u otro personal) laborando al interior, aunque si reconozco veo pasto como quien ve un chamusco de agua sobre las noches de lluvia en el invierno de una ciudad que crece sin forma y con tráfico sin control.
Dicen desde las alturas de La Parada que los otros dos mercados al costado del terreno con puñado de pasto, temen un desalojo y que sus ventas disminuyeron 40% en comparación a otros años.
Los estibadores no tienen la misma cantidad de chamba, Rufo tiene 9 hijos de los cuales todos estudiaban gracias al trabajo de estibador y ahora una de sus hijas vende gaseosa en la calle, no sé como describir lo que veo en las alturas de un edificio del costado de la antigua Parada, donde solo subir es un reto a la imaginación de lo que en su azotea puedo ver.
A mi lado derecho Gamarra y sus grandes torres repletas de talleres y vendedores de ropa, si lo comparo con Taiwán, no me equivoco, solo que allá son jalados y aquí somos cholos migrantes a mucha honra, señores lectores.
La Parada no solo significaba el gran centro de abastos de Lima donde era barato y “de la chacra a la olla”. La Parada significaba un pueblo hecho a base de leyendas y personas que dejaron marca, como Enrique Canepa, quien heredó los terrenos a los trabajadores de quienes allí hicieron su centro de ventas, ahora la pregunta que me cabe al interior de mi recorrido por las calles del distrito de La Victoria, es por qué los herederos no reclaman la devolución de un terreno cuyo espíritu de cuerpo del testamento del señor en mención, no estaba hecho para para parque del Migrante, sino para centro de abastos y trabajo para los migrantes de lo que fue, de los años 50, para atrás campos de sembrío de algodón.
Este 2014 La Parada hubiera cumplido cerca de 64 años como mercado o centro de abastos, hoy me da la impresión de estar en la puerta de una fortaleza donde por dentro (ya lo dije) solo hay un puñado de pasto y unas cuantas personas que se niegan a salir por que reclaman un derecho que les asiste, después de todo es cierto que hay un juicio pendiente.
La Parada no solo es la avenida Aviación de la cuadra 40 para adelante, es también las calles Pisagua y Sucre donde se expende al por mayor y donde las ventas han bajado por la inercia de aquellos días y noches de marzo.
No voy a hablar de los impuestos (que los comerciantes me alegan con papel en mano pagaban puntualmente), no voy a hablar de la basura (que de por si corresponde a la municipalidad de cada distrito y es un problema endémico de Lima), sino voy a hablar de lo que veo ante mi, gente numerosa y temerosa de perder más de lo que ya perdió, veo lo que fue un mercado y hoy no sé como describirlo.
Pero veo ambulantes en las puertas de lo que fue ese mercado, veo migrantes que llegaron a Lima con el sueño de conquistar la gran ciudad, tal cual como otro peruano llegaría a los “yunaites” con “el gran sueño americano en una maleta”.
De hecho mi paso por La Parada, no puede ser bien visto por quienes ya desconfían de la prensa y paradójicamente son los “migrantes”, los más desconfiados al no sentirse escuchados.
“No hay nada personal, ni político con Villarán, señor periodista, pero las noches de marzo o desde el verano del 2014 para nosotros son las noches de Villa..arderán”.
“Queríamos un mercado para trabajar no la calle como es hoy en día propensos a un accidente de tránsito, queríamos contar nuestra verdad y quienes laboramos en La Parada no nos sentimos escuchados por la prensa”, confiesa la comerciante quien primero me miró con gran desconfianza.
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ResponderEliminarretórica desde afuera, algunas verdades que se aprecian desde lejos, unas pinceladas del sentimiento que vivimos cuando recordamos el mercado que construimos con esfuerzo, constancia y muchos años de paciencia y empuje... hicimos crecer al Perú de adentro, atendimos las necesidades de una Lima que desborda los 10 millones de habitantes... hicimos más por el Perú y el desarrollo de Lima que los "empresarios formales" y muchos "políticos honestos"... algunas palabras solo pueden ser refrendados con cifras, las respuestas las tienen los sociólogos y los economistas que no venden su conciencia al que mejor paga...
ResponderEliminarcuando se habla del pasado tratamos de conseguir el consejo adecuado para seguir adelante, cuando miramos nuestros errores tratamos de modificar las equivocaciones para servir mejor a nuestros amigos ycientes
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