Hablar de La Habana y de La Habana Vieja, es un
sinónimo de Eusebio Leal, historiador que en los años 80 retó a Hildebrant en
canal 4 y le dijo “Vamos a Cuba para que vea que allí los niños no mueren de
resfrío o suben a la guagua (buses) a pedir Intis (moneda peruana del primer
gobierno de Alan García).
Por favor
esto no es una apología política a la izquierda o un menosprecio a la derecha
por su sesgada (para mi en todo caso) manera de ver la cultura.
La Habana
Vieja podría haber sido una ciudad perdida en el tiempo de la revolución, donde
un Castro de nombre Fidel deformó lo que pudo ser un punto de quiebre para un
mundo con mayor justicia y equidad de los pueblos latinoamericanos, es sin duda
la venta de la empresa Ron Habana (marca emblemática de la isla) a los
franceses la que marcó una Cuba explotada y siniestrada en un hecho que emana
de la cultura del hombre heredada por Dios: la libertad.
Aquella
cultura contra o contra cultura que se da en conversaciones donde se deben
confrontar ideas, más no personas, llegar a un acuerdo, subir al barco, llegar
al puerto de Palos y no agarrarnos a palos, por que las cosas no siempre se dan
como uno quiere o planea, bien dijo Batman: “Como reaccionamos ante los imprevistos
marca el éxito de la misión”, pero no voy a mencionar al invento de Bod Kane
para ir a Eusebio Leal.
Eusebio Leal
es un historiador, reconstruyó y llevó a La Habana la idea del “Cañonazo” para
la atracción de turistas que deseaban ver como la corona española influyó de
manera insensata y nada santa en una cultura que no les pertenecía, pero que
adoptaron como suya y fue la última colonia de la América Latina unidad en
cojones que se separó de la Madre Patria, para elevar una oración por un Estado
donde el comercio es libre gracias al TLC y donde nadie puede prohibirme entrar
si mi vida para bien quiero cambiar.
Bueno voy
del árbol de manzanas a Eusebio Leal, hablo de Batman y me doy un refilo con la
libertad, a donde puedo llegar así: pues a Huaral en los años 85 u 87, mi madre
Ana María conocía una huaca donde de pequeña jugaba a ser descubridora de
tesoros, con su amigo Carlos Fukuda, aquel que se dedicó a criar cerdos y no
chanchos, aquel que se dedicó a la libre empresa y me caiga gracias a él mi
lomo saltado de desayuno en Huaral, en los años de mi infancia.
Ana María
conocía o conoce bien el poder de la Ortiga y fue así como ante mi tía Pepa en
su casa de Chaclacayo, escuchó como generar un repelente de mosquitos y contó
para su infancia dejada de lado por ser mamá, como se agarraba a ortigazos con
Carlos Fukuda cada vez que este una broma le hacía.
Eran chinos
los Acat en combinación con los Koch Prattes, la familia de mi madre con los
Fukuda, japoneses que llegaron a dominar la tierra a Huaral, que solo contaban
con una pala ingenio, hijos y trabajo para comer, un trabajo que provenía su sudor
que a Ana María la hizo ver más allá y años después la convirtió en abogada y
mi madre, a Carlos Fukuda lo convirtió en empresario, a ambos Dios les dio un
trabajo por agricultura y los valores que en ellos formaron las plantas, frutales
como la mandarina, el mango y la manzana por supuesto.
Tenía menos
de 9 años cuando de Miraflores abordé un auto Toyota que manejado por Carlos
Zambrano, abordado por mi tía Irmina (aquella que me regaló que único Halcón Galáctico),
partí a Huaral con mis padres en otros autos y escuchando fielmente a Eusebio
Leal, no recuerdo todo lo que escuché, pero si había una obsesión por conocer
el árbol de manzana, por qué era la pregunta?
Huaqueamos
juntos unas horas, grabamos en video Betamax para la época lo que fue la
cultura Chancay,
Por un
momento Eusebio caminó en busca de lo que tanto anhelaba el árbol de manzana,
sorprendido me dijo es la primera vez que veo uno, he disfrutado en N partes
del mundo de su fruto, pero nunca había visto una árbol con ramos, hojas y
manzanas bebes, por qué le pregunté, la respuesta a ciencia cierta no la
recuerdo de hecho fue la última vez que vi tú a tú a Eusebio Leal (a pesar de
buscarlos dos veces en La Habana 1989 y 1998).
“Mira la
naturaleza es la que nos muestra el camino de la libertad, del libre albedrio,
hacía donde vamos, quienes somos, que frutos daremos”, cuan bien podemos hacer
por el mundo”, siguió Eusebio, quien era y es una persona Leal a La Habana,
sino fuera por la manzana y la papa el mundo no hubiera conocido lo que es
doblegar el arte de las estaciones del año.
“En el caso
de la manzana está se hace fuerte con el sol, se arrienda por la tierra y sus
nutrientes, se hace alimento y si todos fuéremos manzanas, no tendría una
ciudad perdida que rescatar para la cultura de un nuevo mundo que hoy usa
Betmax, mañana no sé, pero cuando conozca La Habana y leas a José Martí sabrás
que no se vive por la búsqueda de una aventura, sino que la aventura es vivir
por lo que tú padre y tú aprendieron de quienes fueron tus abuelos: ser uno con
la naturaleza en un lugar que así la NASA diga la contrario es único para la
existencia humana.
No se si
leas Eusebio Leal, pero quiero que sepas que me inspiro en varias personas de
tendencias diferentes y me inspiro en un Paco, que es más amigo que
facebookcero.
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